Icono del sitio La Razón

Usaid y algunos intelectuales

Los múltiples efectos de la reciente decisión de expulsar a Usaid del país aún se discuten en el escenario nacional. Una de las denuncias en su contra es la relación que la agencia de cooperación de EEUU tuvo con algunos intelectuales neoliberales del país. En esta oportunidad quiero reflexionar sobre el comportamiento de esos intelectuales, a partir de las ideas del intelectual palestino Edward Said (1935-2003). En Representaciones, Said plantea la hipótesis de que los intelectuales cumplen el papel público y político, sea como “francotiradores”, “amateurs” o “perturbadores del statu quo”; clasificación a la que podríamos añadir miembros de ONG y fundaciones, escritores e incluso consultores internacionales.

Parafraseando a Antonio Gramsci, quien considera que todos los hombres (y las mujeres) son intelectuales, aunque no a todos les corresponde desempeñar en la sociedad la función de tales; es posible señalar que los intelectuales orgánicos están siempre en movimiento, decididos siempre a sacar partido de una situación de la realidad, ya sea como locutores de radio y televisión, profesionales con títulos universitarios, analistas informáticos, opinadores, abogados, periodistas deportivos, consultores, expertos en política, asesores, autores de informes de mercado y naturalmente todo el abanico del moderno periodismo de masas. En este sentido, el intelectual “no es ni un pacificador ni un fabricante de consenso”, pero tampoco es un inocente honesto, como pretenden hacernos creer los profesionales bolivianos de Usaid.

Said apostó por una propuesta intelectual humilde, como es la de considerarse un simple amateur o un aficionado del pensar, tan distinto a la de los “intelectuales” de Usaid, que se sienten grandes intelectuales y expertos. Está claro que la imparcialidad o la supuesta objetividad positivista de un intelectual no es más que una mentira. Esta posición no es sino una manera de corromperse por excelencia. Para Said, al intelectual que afirma escribir únicamente para sí, o por puro afán de aprender, o de hacer ciencia abstracta, o de ser meramente técnico “no se le puede ni se le debe creer”. Parafraseando al escritor Jean Genet, quien señala que “desde el momento mismo en que publicas ensayos en una sociedad has entrado a formar parte de la vida política; por eso, si no quieres ser político, no escribas ensayos ni pronuncies conferencias”.

Por las consideraciones vertidas, resulta muy difícil creer que haya sido el mero profesionalismo el que les ha llevado a los intelectuales liberales o neoliberales a apoyar las políticas capitalistas de Usaid. A estas alturas sería interesante estudiarlos en temas, como por ejemplo, ¿quiénes son estos intelectuales? ¿A qué sector social específico pertenecen? ¿Sus acciones fueron por compromiso de clase social, por mera adscripción ideológica,  o por el mero oportunismo de ganar buen dinero? Otra pregunta importante es, ¿qué escribieron y para quién? Aunque se expulse a Usaid; pero sus imitadores políticos intelectuales quedan en el país. Hoy están mimetizados como columnistas  y/o comentaristas, consultores; bajo un perfil democrático cuando en el fondo ocultan el sueño de seguir expandiendo el espíritu del capitalismo salvaje.
Ukhamawa uka samantata q’anq’a thakhiru saranukutanakaxa. Uka llunk’unakaxa wali sayt’asiñ munapxi. Junapakana amtawipasa, sarnaqawipasa yatitakiwa.