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Rompemuelles

Hace unas semanas se discutía en una escuela la necesidad de que se construya a ambos lados de la avenida esos símbolos de nuestra mentalidad colectiva que son los rompemuelles. Los argumentos a favor eran obvios: los carros pasan por la avenida a gran velocidad, y no se puede confiar en que disminuirán la velocidad sólo porque existen carteles que les indiquen que deben hacerlo. Tampoco se puede confiar en que los niños, que entran y salen del colegio, obedezcan la señal que les indica que no deben cruzar la avenida sin mirar antes a ambos lados. Y, como padres de familia al fin, todos aprobaron la propuesta.

En la discusión sobre cómo implementar la propuesta aprobada, surgió la inevitable iniciativa de bloquear la avenida para obligar a la Alcaldía a instalar los famosos rompemuelles. El argumento, en este caso, fue que “lamentablemente” es la única forma de que se escuche la demanda.

¿Qué les estamos enseñando a nuestros niños, si asumimos que la violencia es la única forma para que en nuestro país se logren objetivos y se cumplan las leyes?

Un rompemuelles, en sí mismo, es ya una forma de violencia: una aseveración de desconfianza tanto en los conductores como en las normas de tránsito. Y un bloqueo preventivo, como primer recurso antes que la solicitud, es una forma mayor de violencia: es una aseveración de desconfianza en la institucionalidad, en la gobernanza y en la capacidad de nuestras autoridades para responder a las demandas ciudadanas.

La discusión sobre este punto puede ser muy larga. Nunca faltan ejemplos que prueban la insensibilidad de autoridades a peticiones y demandas. Son muchos los casos de sectores que lograron más golpeando policías, dinamitando puentes, quemando instalaciones y paralizando ciudades que sentados en la mesa de diálogo.

Muchos pueden argumentar que en Bolivia hemos hecho de la protesta violenta y desbandada la forma de política más efectiva: apuntala dirigencias, defenestra liderazgos obtenidos en las urnas y genera formas inmediatas de redistribución de poder. Frente a ventajas tan jugosas y en el corto plazo de unos días, ¿quién va a perder su tiempo mandando solicitudes, promoviendo referendos o creando plataformas de propuesta ciudadana?

Los rompemuelles ya están ahí, a ambos lados de la escuela, cumpliendo su función de obligar a los conductores a cumplir con normas de tránsito que deberían cumplir de todos modos. Los niños no han aprendido a mirar a ambos lados de la ruta antes de cruzar, pero ahora están seguros. ¿O no?

Es cineasta.