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El dilema de ATB

El inédito episodio ocurrido el jueves en el set de ATB entre dos conocidos periodistas motiva la presente nota. En ella intento describir las difíciles opciones que tiene uno de los canales de televisión abierta de mayor trayectoria a nivel nacional, para atender un problema que podría ocasionar serios daños a lo más preciado de un medio de comunicación: su reputación.

Se ha hablado mucho acerca de la frágil subjetividad periodística de un canal privado, que se esfuerza todos los días no sólo por ser sino también por parecer lo suficientemente creíble e imparcial ante la opinión pública. En este contexto, el incidente pone a prueba todos los libretos hasta ahora escritos para el manejo de un programa (y por qué no decirlo, de un canal) que nunca más podrá ser visto con los mismos ojos.

Me pregunto si la gerencia de ATB habrá visualizado el dilema en que se encuentra. Lo que me recuerda uno de los ejemplos más simples de la teoría de juegos que muchos economistas estamos acostumbrados a utilizar en nuestros análisis: el dilema del prisionero. Aplicado al caso que nos ocupa, estarían dados los incentivos para que ni Iturri ni Grimalt colaboren de manera que el problema se resuelva con la salida de uno de ellos o de ambos, a pesar de que, según la teoría antes citada, ambos periodistas y, posiblemente también ATB, lograrían un mejor resultado si colaborasen.

Pero veamos cuáles son las alternativas. Primera opción. Sale Grimalt, en cuyo caso la percepción de una parte de la audiencia sería que el jefe de prensa de ATB ejerció su poder, en coordinación con la gerencia, con lo que no sólo perdería el periodista español, sino también ATB por cuanto se confirmaría la afinidad del canal con el partido de gobierno. Segunda opción. Sale Iturri, en cuyo caso la percepción de otra parte de la audiencia podría ser que se dio la razón a un periodista foráneo y no se defendió a lo nuestro, con lo que no sólo perdería el jefe de prensa de ATB, sino también el canal, pues quedaría confirmada su afinidad  con lo extranjero. Tercera opción. Salen ambos, en cuyo caso pierde la audiencia,  porque se queda sin una opción de un programa diferente en el mercado televisivo, y pierde el canal, porque posiblemente terminaría con una baja de interés en sus auspiciadores por un programa esencialmente fallido.

Por tanto, al parecer la mejor opción sería que la gerencia de ATB propicie una reconciliación entre los dos periodistas, disculpas de parte de ambos de por medio, más por la forma cómo se dieron las cosas que por la esencia del contraste de ideas que se debería mantener, y un ajuste de clavijas en producción incluido, para continuar con la difusión de un programa de formato diferente, en beneficio de un público cada vez más ávido de información y conocimientos de calidad.