‘Crisis como en Europa’
Retroceder no es una opción, cierto, pero detenerse en la comparación tampoco lo es
En respuesta a la protesta de la COB en torno a la Ley de Pensiones, el presidente Morales planteó un argumento fuerte: si se atiende su demanda (de nuevas condiciones para la jubilación de sus afiliados asalariados), “vamos a tener que recortar, quitar derechos, (como) lo que está pasando en Europa”, dijo. Esta afirmación tiene algunas implicaciones.
La primera da cuenta de una especie de trueque respecto a los “buenos o malos ejemplos”. Si hasta hace algunos años, con una mezcla de prejuicio y arrogancia, las eventuales situaciones de inestabilidad y crisis en los países del Norte eran alertadas bajo el riesgo de “latinoamericanización de Europa”, ahora parece que es al revés. Si no hacemos bien las cuentas, no cuidamos los indicadores macroeconómicos, podemos mirarnos en el actual espejo de crisis de la eurozona.
Otra implicación tiene que ver con el supuesto de que algunos gobiernos calificados con desprecio como “populistas”, generalmente de izquierda, exhiben hoy mejores credenciales en el manejo de la economía que gobiernos tecnócratas y conservadores del Norte, rehenes de políticas de austeridad, cuyo principal propósito es desmantelar el Estado social. En tal contexto, el riesgo de eliminar derechos en democracias suspendidas significaría una suerte de “europeización de América Latina”.
La tercera inferencia se refiere a la capacidad de aprender. Al parecer, la Europa en crisis no se permite escuchar y asimilar experiencias de varias regiones del Sur que, bajo el pensamiento único del neoliberalismo (“no hay alternativa”, nos decían), ya sufrieron hace dos décadas las consecuencias de políticas de ajuste estructural impuestas por organismos financieros internacionales como el FMI, tal como sucede ahora en algunos países por obra de la llamada Troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea).
Pero las palabras del Mandatario tienen su contracara en el hecho de que, a pesar de la gestión responsable de la economía y un inmejorable contexto internacional, seguimos anclados en un modelo postextractivista (que en esencia es el extractivismo clásico con mayor presencia estatal y mejores condiciones de apropiación y redistribución del excedente). Es decir, tampoco aprendemos que así difícilmente podremos avanzar en una alternativa al desarrollismo o, mejor, en una economía plural para Vivir Bien.
Volvamos al riesgo de dar pasos en falso y tener una situación de crisis “como en Europa” (que hoy sufre la recesión más larga de su historia). Sin duda se trata de una prevención correcta y oportuna ante las demandas de la COB. Pero no es suficiente. La respuesta de política pública en una cuestión como las pensiones no puede centrarse en la advertencia de que se viene la crisis y, otra vez, “no hay alternativa”. Retroceder no es una opción, cierto, pero detenerse en la comparación tampoco.