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Hacer empresa

He hecho empresa en Colombia, en Bolivia y ahora en EEUU. En Bolivia y en Colombia hacerlo es simplemente un gran dolor de cabeza de múltiples dimensiones. Aunque los gobiernos aseguran que han simplificado los trámites para hacer muy fácil el emprendimiento, en la práctica resulta mucho más atractivo mantener la actividad productiva en la informalidad.

No es fortuito que más del 60% de los puestos de trabajo sean informales en nuestros países, razón por la cual la seguridad social no funciona y el común de la gente sólo paga el impuesto a las ventas cuando no puede escaparlo. El resultado: servicios de pensiones y de salud defectuosos o inexistentes, y gobiernos pobres que tienen que buscar el ingreso en la explotación de monopolios con las consiguientes limitaciones en inversión social y en infraestructura, es decir, pobreza programada desde una plataforma política, muchas veces diseñada para entorpecer.

En Cuba, en los años 60, el programa nacional de huertas caseras urbanas que propuse, ante la falta patente de abastecimiento, fue vetado políticamente, ya que se consideró que en el fondo buscaba promover microemprendimientos, los cuales, ante el peso de la realidad, pululan informalmente ahora por doquier en la isla.

Lograr una licencia formal para producir y vender legalmente arroz blanco en Colombia cuesta cerca de $us 2.000, en un proceso que puede durar un par de años; además, se exige agua filtrada, paredes de porcelana, sistemas de humos, trampas de grasa, baños y lugares separados para el cambio de ropa de los obreros (¿uno?). La triste alternativa es pagar una mordida importante a los inspectores de las diferentes entidades. Los cobros de electricidad, internet y teléfono se convierten en “comerciales” y cuestan por lo menos el doble. Adicionalmente, el tema del ingreso al sistema de impuestos es escabroso, por decir lo menos.  Lo único relativamente eficiente es la Cámara de Comercio (naturalmente de emprendedores). La empresa se hace a pesar de un gobierno adaptado corruptamente para impedir que el emprendimiento ocurra. Jorge Torres, quien trató de facilitar el proceso en Bolivia, es ahora candidato a la extradición penal. Patentes de invención que ya me fueron otorgadas en EEUU continúan atascadas en un maremágnum de requisiciones, explicaciones y reposiciones, en una ciudad que acaba de ganar el premio mundial a la ciudad emprendedora (Medellín).

En EEUU todo el sistema, naturalmente estricto, está enfocado a productos saludables,  a que se haga empresa y se genere empleo y riqueza tan rápido como sea posible. Los inspectores, por ejemplo, son asesores en sus respectivos campos para evitar que se pierda un solo día de producción y ventas. Toma dos meses hacer lo que a nosotros nos tomaría cinco años. ¿Por qué somos pobres?