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Preocupante récord

Días atrás, la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de EEUU advirtió que el dióxido de carbono (el gas que más contribuye al calentamiento global) ha alcanzado niveles nunca antes registrados en la Tierra en millones de años. Estos datos no hacen sino corroborar que los esfuerzos asumidos hasta ahora para contrarrestar el cambio climático son insuficientes.

Por primera vez, las mediciones diarias de CO2 superaron las 400 partes por millón (ppm). Estas cifras fueron registradas por un laboratorio de Hawai, situado en el volcán Mauna Loa, que mide la concentración de ese gas en la atmósfera desde 1958. Para los expertos, los datos deberían ser leídos como una seria advertencia, en tanto revelan que la posibilidad de mantener el clima por debajo del umbral que se cree tolerable es cada vez más remota.

Cabe recordar que el aumento de temperatura por la acumulación de gases en la atmósfera se presenta progresivamente. Por tanto, los efectos se perciben de manera gradual y las sociedades se están adaptando paulatinamente. Empero, más temprano que tarde, el aumento de la temperatura va a producir cambios insostenibles y cualitativos en el ambiente. Para entonces, será demasiado tarde para buscar soluciones.

En efecto, de seguir la actual tendencia de emisiones, los científicos prevén que en los próximos diez años la temperatura promedio del planeta puede ascender en más de dos grados. Algunos informes son más pesimistas y proyectan el aumento por encima de los cuatro grados durante el siglo XXI. En cualquiera de estos escenarios, el sistema climático sobrepasaría los límites permisibles, provocando cambios climáticos desastrosos: degradación del 75% de la selva amazónica, la destrucción de ciudades costeras, propagación de plagas, sequías, inundaciones, incendios forestales, la extinción de glaciares y de millares de especies vegetales y animales.

No obstante, a pesar de estos fenómenos que cada vez son más evidentes y además conllevan costos multimillonarios para las naciones, no existe una clara voluntad entre los gobiernos para asumir medidas efectivas contra el cambio climático.

Ahora bien, no cabe duda que los países en de-sarrollo y con millones de pobres bien pueden reclamar su derecho al crecimiento y hacerlo en una escala mucho mayor a la de los países industrializados. Sin embargo, resulta también evidente que este afán de progreso, por ejemplo en China, se muestra cada vez más contraproducente en cuanto a calidad de vida se refiere; y que, nos guste o no, el planeta ya no puede soportar esta sobreexplotación de los recursos fósiles y minerales. Sobreexplotación que está provocando una crisis ecológica sin precedentes, y que amenaza con destruir la forma de vida tal y como la conocemos.