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Economía experimental

Generalmente se piensa que la Economía no es una ciencia experimental, porque no podemos reproducir todas las cosas que estudiamos en un laboratorio bajo condiciones controladas. Si bien ello es cierto para la Economía, lo es también para todas las otras ciencias. Así, por ejemplo, desde 1915, matemáticamente intuíamos la existencia de los agujeros negros, pero su confirmación empírica recién la tuvimos gracias al telescopio Hubble hace poco menos de 20 años y, ciertamente, aquello no puede ser reproducido en un laboratorio.

Lo interesante de este fenómeno es que si bien no todo es posible reproducirlo en un laboratorio, la realidad nos brinda la experiencia para probar nuestras hipótesis. En el caso de la Economía, aunque es cierto que no podemos realizar pruebas de laboratorio para testear todas nuestras hipótesis, la realidad nos ha presentado ciertos fenómenos que no podríamos haberlos hecho mejor en un laboratorio.

Consideremos dos ejemplos. Primero, como resultado de la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó dividida en la República Federal de Alemania (Alemania Occidental), basada en una economía de libre mercado y la República Democrática Alemana (Alemania Oriental), que adoptó el socialismo y un modelo de economía planificada. Poco antes de la caída del Muro de Berlín en 1989, el nivel de vida en la Alemania Occidental era ocho veces más alto que en la Alemania socialista. Segundo, en 1948 la península de Corea se dividió en lo que hoy es la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte), que se estableció sobre las bases del socialismo y la República de Corea (Corea del Sur), asentada en una economía de libre mercado. Al presente, el nivel de vida en Corea del Sur es 15 veces más alto que en la Corea socialista.

El premio Nobel de Economía Vernon L. Smith estableció  un centro de economía experimental. El economista estadounidense ha demostrado que no es del todo cierto que la complejidad de la economía imposibilite la posibilidad de armar ciertos experimentos controlados, sino que, por el contrario, en los ambientes simples estudiados a la fecha, el logro de resultados de equilibrio competitivo es posible bajo condiciones mucho menos exigentes de lo que la gran mayoría de economistas sostenía. Los experimentos realizados nos conducen a corroborar la hipótesis de que los individuos responden, en todos los casos, a la racionalidad de la teoría económica, aunque no sería correcto esperar que todos los resultados sean idénticos, dado que cada individuo tiene una función a maximizar distinta.