Incremento salarial
Debemos movilizarnos para contar con los mejores políticos que los sueldos estatales puedan pagar.
Mayo trajo marchas; dinamitazos (una bombita por La Paz, me pareció escuchar a los sindicalizados visitantes); bloqueos en las calles, en las carreteras y en las mentes. Los habitantes de algunas capitales de nuestro país tuvimos unos cuantos “días del peatón”… obligados. Todo en nombre de los sacrosantos derechos de la clase trabajadora del país, mejor dicho, de la cuarta parte de la clase trabajadora del país, aquella que está sindicalizada y protegida por ley.
Además, mayo trajo el incremento del salario mínimo y el incremento salarial para los trabajadores privados, mineros sindicalizados, profesores sindicalizados médicos sindicalizados, policías y miembros de las FFAA. Mayo también trajo una tregua, que a los bolivianos y bolivianas nos sabe a paz, gracias al acuerdo recientemente firmado entre la COB y el Gobierno. Finalmente, mayo trajo la noticia del incremento de las remuneraciones del Presidente, Vicepresidente y de las dietas de los parlamentarios.
Nuestro Jefe del Estado, incremento y todo, sigue siendo uno de los que menos gana en el continente. Un rápido vistazo a la información publicada en internet, nos da este pantallazo: en Estados Unidos, el Presidente gana algo más de $us 33.000; en México, alrededor de $us 16.500; en Brasil, supera los $us 15.000; en Uruguay, cerca de $us 11.000; los mandatarios de Colombia y Venezuela ganan un poco más de $us 9.000 dólares; en Ecuador, el gobernante gana algo más de $us 6.000; en Perú, el ingreso presidencial está por encima de los $us 5.700; en Paraguay, alrededor de $us 4.800; en Argentina, la Presidenta gana cerca de $us 4.500. Nuestros parlamentarios, luego del incremento, tampoco han subido mucho en la escala de remuneraciones de sus pares de la región.
El Mandatario puede o no querer ganar más pero, independientemente de su voluntad, había una situación que corregir: en el sector privado, los incrementos decretados por este Gobierno fueron del 10% en 2008, 12% en 2009, 5% en 2010, 10% en 2011, 8% en 2012 y 8% en 2013. En resumen, un incremento acumulado algo superior al 50% en cinco años. Hasta este año, los trabajadores no sindicalizados del sector público no recibieron ningún incremento; mientras que su poder de compra disminuyó cerca del 50%, por la inflación acumulada desde 2006.
El incremento del Presidente restituye el poder adquisitivo, además da una señal de valorización del trabajo en la función pública. Si queremos tener a los mejores cerebros trabajando para el país, les tendremos que reconocer algo cercano a lo que el sector privado les reconoce. ¿Cuánta calidad le podemos exigir a un catedrático que gana lo mismo hace seis o siete años? ¿Cuánto vale el trabajo de un funcionario estatal? ¿Por qué debería “valer menos” que el de un empleado u obrero en el sector privado? Y ojo que el valor viene de los dos lados: por el lado del Estado, quien le paga, pero también por el lado de la funcionaria o funcionario, que debe poner en la balanza su compromiso por el país, la carga de la responsabilidad funcionaria por la Ley Safco y la Quiroga Santa Cruz, las necesidades de su familia, sus compromisos y aspiraciones (el pago a largo plazo de una vivienda, por ejemplo), etc. La ecuación no es fácil. Un mejor ingreso puede ayudar a que la ecuación no se vuelva un dilema.
¿Y cuánto vale el trabajo de nuestros políticos? Por ejemplo, el de nuestros asambleístas, cuya decisión ha desatado tantas críticas. Pues eso depende de que como sociedad nos movilicemos para contar con los mejores políticos que los sueldos y las dietas estatales puedan pagar. Creo yo que es un aprendizaje a largo plazo.