Una sola
Lo que hay, y muchas, son mujeres que cada día multiplican su esfuerzo para poder ser muchas cosas a la vez.
En Bolivia hay una sola general de Ejército y una sola gerente de banco. Ambas fueron entrevistadas esta semana, y para ambas la pregunta de rigor fue: ¿cómo hace para cumplir su papel de mamá, esposa y además hacer su trabajo? Nunca he escuchado que a un hombre se le haga esa pregunta. Se asume directamente que su rol de padre es secundario, que sus responsabilidades de esposo son menores, que su presencia junto a sus hijos es innecesaria y que su carrera es más importante.
He oído en cambio decir “se ha embarazado” al referirse a una adolescente, joven o niña que es soltera y se encuentra en gestación. La forma gramatical que se usa implica que ella se ha embarazado a sí misma; o sea, que ella es responsable de su embarazo. Por tanto, es también la única responsable del hijo que provenga de su condición. Una vez más, el rol de hombre como proveedor del espermatozoide, como corresponsable de la concepción y, por tanto, como padre del niño se halla oscurecido.
Es también frecuente referirse como mujer sola a la persona que tiene hijos, pero no tiene un hombre que comparta con ella la responsabilidad de criarlos.
Las mujeres solas en nuestro país son muchas, mujeres a las que cabe preguntar cómo hacen para ser mamás y no por eso dejar de ser enfermeras, vendedoras, policías, periodistas, diputadas o artistas que son para la sociedad y para sí mismas.
No escucho en los hombres ese dilema ni esa dicotomía: el hombre es general del Ejército o gerente de banco o carpintero, y esa su responsabilidad o vocación o trabajo no interfiere nunca, ni cuestiona, ni inhabilita su posibilidad de ser además padre de familia.
Por eso creo que no existe ninguna mujer que sea sólo madre, y madre tampoco hay una sola. Lo que hay, y muchas, son mujeres que cada día multiplican su esfuerzo para poder ser muchas cosas a la vez. Para cumplir el rol de madre que la biología, la sociedad, el amor o la casualidad les ha impuesto, y a la vez tratar de ser (por lo menos un poco) ellas mismas. Y todo esto, además, en un entorno en que la mujer debe siempre estar probando su capacidad y su valía para ocupar espacios que los hombres acaparan casi por el simple hecho de serlo.
El que hayan en Bolivia una general de Ejército, una gerente de banco y dos mujeres generales de la Policía puede verse como un triste reflejo de lo poco que hemos avanzado en igualdad de género. Pero puede también verse como un primer paso.