El feminismo, espacio de propuesta
Hoy, el feminismo comunitario discute todos los problemas que atañen a nuestros países
Los 90 fueron años en los que el feminismo era una mala palabra en nuestro país. Tan proscrita estaba esa palabra que incluso era motivo de vergüenza para mujeres que vivían económicamente de este pensamiento. Me refiero a las organizaciones no gubernamentales de Bolivia. Las mujeres de la clase media boliviana, dueña de estas ONG, no querían ser feministas, e incluso afirmaban: “yo no soy feminista, porque me gustan los hombres”. Una visión en verdad ignorante, reduccionista y lesbofóbica.
Fue una etapa bastante difícil para un feminismo comprometido con las luchas antineoliberales, porque considerábamos que el neoliberalismo era una de las expresiones más cínicas del patriarcado colonial, transnacional, lesbofóbico, machista y capitalista.
Hoy, después de una división saludable del colectivo Mujeres Creando, realizada hace 11 años (el 13 de abril de 2002), el pensamiento feminista revolucionario se vio fortalecido. Actualmente Mujeres Creando comunidad, que es nuestro espacio, ha construido desde la Asamblea del Feminismo
Comunitario una corriente propia, llamada feminismo comunitario, que tiene como caldo de cultivo y energías propiciatorias al proceso de cambio abierto por hombres y mujeres de nuestro pueblo. El feminismo comunitario se concreta en el proceso de la Asamblea Constituyente, desde 2005 hasta 2007 en Bolivia, y nuestro primer fruto está en la propuesta planteada en el libro Hilando fino.
El feminismo es una teoría social con muchas corrientes y disputas en su interior, pero lo que podemos apuntar y posicionar es que hoy, en todo el continente, no hay un feminismo propio nacido en la región a excepción del feminismo comunitario, que ya forma parte de seis países latinoaméricanos.
Esto nos parece significativo, porque mientras el marxismo (léase socialismos del nuevo siglo y el indianismo) hoy contribuye a entender mejor quiénes somos, qué queremos y cómo lo queremos construir, las mujeres en estos espacios son consumidoras y no productoras de pensamiento. Son contribuciones valiosas, pero son fundamentalmente pensamientos articulados por hombres, y los hermanos y compañeros son sólo la mitad de nuestros pueblos; la otra mitad somos nosotras, las mujeres.
Hemos creado una corriente feminista que no sólo reconceptualiza las principales categorías del feminismo, sino que además ha creado otras, como el concepto de entronque patriarcal. Hacemos una reconceptualización que contenga nuestros pensamientos y experiencias políticas fruto de la historia, prácticas y cuerpos que no son los de las feministas europeas o norteamericanas.
Cuando se habla de feminismo, nos parece muy importante que nuestra gente (por comodidad, misoginia e ignorancia) deje de referirse sólo al feminismo Galindo o feminismo sin sentido común. Corriente que sí es una postura, pero es fácil detractar al feminismo sólo desde esa postura; lo difícil es contraargumentar al feminismo comunitario, que es creativo y propositivo.
Hoy, el feminismo comunitario discute todos los problemas de nuestros países, incluidos los que atañen específicamente a las mujeres. Por eso, el feminismo comunitario es feminismo revolucionario.
Es feminista comunitaria.