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Papel higiénico

El poder de la palabra es inmenso. La palabra nos libra de la dependencia del presente, cuando narra el pasado o pronostica el futuro. Con palabras, los grandes poetas acuñan nuevas realidades, los grandes narradores nos hacen coexistir con personajes como Don Quijote o como la Chaskañawi. Con la palabra accedemos a nuevos mundos descubiertos por los científicos. Gracias a la palabra habitamos no sólo en el minúsculo planeta Tierra, sino en el inconmensurable cosmos galáctico y, al mismo tiempo, con los corpúsculos microscópicos. Así, el horizonte en el que existimos es fantásticamente inmenso en las dos dimensiones. 

Pero la palabra puede también ser corrosiva, destructora. Todo el mundo sabe que una palabra puede destruir a un amante. Hay palabras que matan, lo dice cualquier vendedora del mercado. Pero la más peligrosa de las palabras es la subterránea. Dicen algo, pero el sobreentendido es otro. Mienten, pero parece verdadero. Defienden valores supremos, pero están al servicio de intereses de los poderosos.

Un ejemplo de ellos es la noticia de que “en Venezuela no hay papel higiénico”, publicitada a nivel internacional. ¿Se está simplemente refiriendo a la ausencia de un elemento de uso cotidiano? No, señor, lo que en verdad dice la noticia es lo siguiente: “Ni siquiera hay papel higiénico en Venezuela. Todo falta”. La pericia en el uso del lenguaje de la oposición venezolana es extraordinaria, pues está dirigida por comunicadores expertos en el uso del lenguaje manipulador. Los asesores de Capriles, el grupo J.J. Rendón, son los mismos que asesoraron a los partidos políticos de ultraderecha en América, desde El Salvador hasta Colombia, Perú y Venezuela. El lema es: cómo destruir a un candidato utilizando todos los recursos de lenguaje, la mentira, el engaño, la tergiversación. 

Preguntémonos: ¿Qué pasa con papel higiénico en Venezuela? Dos hechos reales y concretos. Del primero soy testigo. Estuve en Cumaná, cuna del Mariscal Sucre, en diciembre de 2002, durante la huelga general contra Chávez. No había papel higiénico por ninguna parte. Pero, por casualidad, me tocó presenciar la llegada de un tráiler cargado de paquetes de papel higiénico que ingresó a un inmenso galpón que ya contenía inmensas cantidades de ese auxiliar de un baño. Mi presencia causó evidente malestar en los dueños. Había mucho material oculto.

El otro hecho revelador. En la actualidad, tampoco hay papel higiénico en Venezuela, pero las empresas productoras aumentaron inmensamente la producción de servilletas, sustitutos de ese delicado utensilio. El beneficio es doble: por un lado, desprestigio del Gobierno; por el otro, incremento de las ganancias. Los expertos comunicadores no tienen papel higiénico, sólo servilletas. Pero su poder para engañar está creciendo en América Latina.