Arqueología e identidad
El Dakar podría destruir irreversiblemente el patrimonio arqueológico de la región de Lípez
Gracias a una invitación del Museo Precolombino y la Universidad de Chile, recorrí por primera vez caminos prehistóricos en el norte del país vecino, en calidad de investigadora del proyecto de cooperación internacional Fondecyt, con el permiso del Ministerio de Culturas de Bolivia para la circunscripción boliviana. Esta experiencia me permitió contrastar un contexto arqueológico completamente diverso, con caminos prehistóricos muy difíciles de reconocer y completamente distintos a los caminos empedrados de los Yungas bolivianos. Fue una exploración enriquecedora por los hallazgos arqueológicos, y también aterradora, por el advertimiento de la presencia de explosivos que minan la zona fronteriza.
En la visita exploramos la región de Ollagüe-Chile y la región de Lípez-Bolivia. Inicié mis primeras observaciones en cuanto a la magia que envuelve al sistema vial prehistórico en aquel paisaje de salares y desierto, donde la arqueología se inserta en la naturaleza. La posición de los sitios arqueológicos con respecto a los volcanes y a las lagunas no es casual, sino proyectada en perfecta armonía con la naturaleza.
Sin una ruta trazada por arqueólogos, el Dakar podría destruir irreversiblemente el patrimonio arqueológico de esa región. Dada la frágil arqueología de Lípez, que ha sufrido y todavía padece destrucción y saqueo, en este artículo pretendo aportar con algunos datos claves para el trazado de la ruta, con el fin de minimizar un eventual impacto negativo en la zona.
En la región fronteriza entre Bolivia y Chile, y aquélla entre el país y Argentina (donde se encuentran además importantes yacimientos paleontológicos) se presentan innumerables sitios arqueológicos expuestos a nivel del suelo de ocupación actual.
La maravillosa región de Lípez, tierra de salares y volcanes, se caracteriza por cementerios prehistóricos o chullpas, sitios de arte rupestre, tambos o albergues conectados por antiguos caminos, que enriquecían el Qhapaqñan o Camino real de los incas. Las antiguas vías integran de norte a sur las diversas zonas y de este a oeste el océano con la cordillera y los valles. No sólo los sitios se encuentran expuestos a flor de tierra, sino también materiales culturales asociados como cerámicas, líticos y óseos.
Trazando la ruta con el fin de preservar el patrimonio arque-histórico (lo cual implica estudio, registro y catalogación previos a la competencia), el Dakar será efectivamente un aporte cultural importante. Al contrario, dejando de lado el legado cultural de nuestros ancestros no sólo irrespetaríamos su presencia sino que perderíamos un capítulo imprescindible de nuestra historia.