Donar sangre
Quienes donan sangre lo hacen no con afanes de lucro, sino con la intención de salvar vidas
El 14 de junio se celebró el Día Internacional de la Donación de Sangre, fecha que se conmemora en honor al nacimiento del científico austriaco Landsteiner, quien descubrió el factor (Rh) que diferencia a los distintos tipos de sangre que existen.
La sangre es un elemento esencial para la vida, que se puede donar para contribuir con la salud de otras personas, pues su regeneración en la especie humana es muy rápida y sencilla, sobre todo entre personas que gozan de buena salud.
No obstante, cuando alguien sufre la pérdida de grandes cantidades de sangre, ya sea durante intervenciones quirúrgicas o por hemorragias agudas derivadas de un accidente, difícilmente el organismo humano puede reponer este vital elemento de forma natural y rápida, de allí que sea menester sustituirlo cuanto antes, para mantener al paciente con vida.
Otro de los motivos que requiere con urgencia el aporte sanguíneo son las hemorragias posparto. Complicación que, dicho sea de paso, está considerada como una de las principales causas de muerte materna en el mundo entero.
Esta hemorragia es de tal magnitud que los bancos de sangre muchas veces se desabastecen por completo en 24 horas. Situación que es mucho más crítica con tipos de sangre poco frecuentes en nuestro medio, como las del grupo B.
Por tales razones, es primordial motivar a la población para que done sangre, y no sólo cuando ocurren catástrofes (que es desde luego cuando más se la requiere), sino cotidianamente.
Así, los escasos bancos de sangre que existen en el país ya no tendrán que realizar esfuerzos descomunales para abastecerse, como hasta ahora.
Ahora bien, si algún lector de esta columna desea donar sangre, debe recordar las siguientes recomendaciones, pues son indispensables.
Por ejemplo, los donantes deben pesar más de 50 kilos; no deben ser portadores del virus VIH; no deberían haber tenido alguna vez hepatitis B o C, sífilis o chagas; deben transcurrir al menos tres meses desde la última donación; no deben tener enfermedades crónicas de riñones, corazón y/o pulmón; no se puede donar si se tiene una vida sexual con múltiples parejas y, por último, se debe ser mayor de 18 años y menor de 65.
Estas recomendaciones están diseñadas para que el donante contribuya efectivamente con salud y vida. De lo contrario, el remedio podría ser peor que la enfermedad, ya que los pacientes podrían padecer alguna complicación, o —peor aún— ser contagiados con alguna nueva enfermedad de gravedad. Cabe recordar que quienes donan sangre lo hacen no con afanes de lucro, sino con la única razón de salvar vidas.
Y es que en nuestra sangre está la vida de otros.
* es ginecólogo obstetra y docente universitario.