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Embarazo adolescente

El jueves se recordó el Día Mundial de la Población, ocasión que ha servido para traer a la atención pública el drama del embarazo adolescente, cuya recurrencia no sólo es más alta de lo siquiera aceptable especialmente en los países en desarrollo, sino que además viene acompañada del ejercicio de diversas formas de violencia que dañan a toda la sociedad.

En efecto, según el informe ofrecido por las Naciones Unidas en la ocasión, “16 millones de chicas menores de 18 años dan a luz cada año. Otras 3,2 millones se someten a abortos en condiciones inseguras. La gran mayoría (cerca del 90%) de las adolescentes embarazadas de los países en desarrollo están casadas. Para muchas, el embarazo no es una decisión, sino consecuencia de la discriminación, de la violación de sus derechos (incluido del matrimonio infantil), el resultado de una educación inadecuada o de la coerción sexual”, expresión, esta última, que debe leerse como violencia sexual.

Agrega la ONU, a través del mensaje entregado por su Secretario General, que “Un porcentaje demasiado alto de los 16 millones de adolescentes que, según se estima, dan a luz cada año nunca tuvo la oportunidad de planificar su embarazo. Las complicaciones derivadas del embarazo y el parto pueden causar graves discapacidades, como la fístula obstétrica, y constituyen la principal causa de muerte de esas jóvenes vulnerables. Las adolescentes también sufren un nivel elevado de enfermedades, lesiones y muertes debido a los abortos practicados en condiciones de riesgo”.

Previsiblemente, en Bolivia la situación es igual de dramática, o quizá peor, que en el promedio de los países en desarrollo. Según la oficina regional del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), si la región latinoamericana es la segunda del mundo con la mayor tasa de fecundidad en adolescentes, después de África subsahariana, con una tasa promedio de 70 nacimientos por cada 1.000 adolescentes de entre 15 y 19 años, en el país el promedio es de 88 por cada 1.000 mujeres.

Las causas de esta alarmante situación, según la agencia de la ONU, son la pobreza, desigualdad de género, violencia (particularmente la sexual), falta de acceso a la educa ción, y debilidad de los sistemas e instituciones que protegen los derechos de los adolescentes. Asimismo, las estadísticas revelan que el embarazo en adolescentes de este país tiene ciertas características: se  da principalmente en el área rural y entre mujeres pobres; representa el 18% del total de gestaciones; y en el 70% de los casos se trata de embarazos no deseados.

Como sucede con muchos otros problemas que afectan estructuralmente el desarrollo de la sociedad, el embarazo adolescente, con sus causas y consecuencias, está claramente diagnosticado; es tiempo, pues, de ponerle remedio de un modo sostenible, efectivo y, sobre todo, inmediato.