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Desestabilización

Aprovechando un descontento por el incremento del transporte de algunos centavos, las fuerzas derechistas pretenden incendiar Brasil, para derrocar a un gobierno democrático socialista que ha transformado al país con políticas sociales para los más pobres, y que sacó a Brasil de una profunda crisis a raíz de las políticas neoliberales de los 90’s, dirigidas por gobiernos catastróficos como el de Fernando Collor de Melo. Desestabilizar al gigante es desestabilizar al subcontinente. Es el juego de la derecha y del imperialismo contra los gobiernos progresistas de los países emergentes.

Recordemos que pasó en Brasil en 1964: los sectores conservadores de la sociedad temblaron con la “amenaza comunista” (João Goulart Jango se encontraba en el poder); medio millón de personas salió a la calle, bajo el nombre de la Marcha de la Familia con Dios por la Libertad. Días más tarde, se estableció una dictadura militar celebrada por un millón de personas presentes en la Marcha de la Victoria, que festejaba el inicio de dos de las peores décadas que le tocó vivir al pueblo brasileño.

Pedir todo y de inmediato es la mejor forma de destruir un proceso gradual de crecimiento. En este momento, el trabajo con las bases de la Presidenta de Brasil es admirable, considerando que Dilma Rousseff no es la autoridad pertinente para resolver ciertos problemas específicos.  Por ejemplo, ella no puede vetar una enmienda constitucional. Al que se le debe exigir que no se apruebe la propuesta de enmienda constitucional PEC 37 es al Congreso. Asimismo, la Mandataria no tiene el poder para determinar la encarcelación de ningún ciudadano. Eso es competencia del ministro de Justicia, Joaquim Barbosa.

No es Rousseff quien elige al presidente del Senado, sino el propio Senado. El transporte público local es competencia de los municipios, la persona más indicada para resolver este problema es el prefecto de cada ciudad. No es tampoco atribución de Rousseff instaurar una Asamblea Constituyente, sino del Poder Legislativo. El proyecto de ley para curar a los gais es responsabilidad de un diputado del partido opositor PSDB. El Ejecutivo brasileño ya se pronunció en contra de ese proyecto, a través de la SDH. Cabe ahora al presidente nacional del PSDB y a sus afiliados retirar el proyecto.

Claramente, desgastar a Dilma Rousseff y al Partido de los Trabajadores (PT) es una estrategia para hacer caer al gigante socialista, que se convierte paulatinamente en la quinta o sexta economía mundial. El pueblo brasileño rechaza la infiltración de grupos derechistas, y los sudamericanos debemos estar totalmente atentos a las maniobras de desestabilización de la derecha disfrazadas de malestar popular.