Icono del sitio La Razón

Paraguay, Mercosur y el Alba

Estos días en Asunción, Paraguay, una de las discusiones más mediatizadas es si el país debe regresar o no al Mercosur, levantada la suspensión después de la asunción del nuevo mandatario, Horacio Cartes Jara. Sin embargo, la posición del Presidente electo ha sido la de rechazar el ingreso de Venezuela al Mercosur y su presidencia pro témpore —reclamada por Paraguay—, definiendo la suspensión de Paraguay como una violación de sus derechos internacionales.

Contextualizando, Paraguay fue suspendido del Mercosur el 29 de junio de 2012 porque sus socios —Argentina, Brasil y Uruguay— consideraron la destitución del entonces presidente y hoy senador Fernando Lugo Méndez, en juicio político parlamentario “express”, como un “quiebre democrático”. Ese mismo día, los tres países aprobaron el ingreso de Venezuela (bloqueado durante años por el Congreso paraguayo), incumpliendo así los artículos 20 del Tratado de Asunción (ingresos por decisión unánime de países miembros), 37 del Protocolo de Ouro Preto (decisiones por consenso y con la presencia de todos los miembros) y 12 del Protocolo de Adhesión de Venezuela (vigencia de la adhesión tras la ratificación por los cinco países).

A favor del reingreso paraguayo se han pronunciado parte del empresariado (preocupado por la posible afección a las exportaciones); el Frente Guasú de Lugo Méndez, que fue la cuarta fuerza en las recientes elecciones (3,3% de votos) pero colocó cinco senadores (de 45 electos) y un diputado (de 80); algunos sectores sociales; y también dubitativamente algunos otros representantes políticos, preocupados por el tema económico y migratorio. En contra se manifestaron tanto el partido de gobierno como, tácitamente, el Liberal (segunda fuerza y fue el que ocupó la presidencia tras la salida de Lugo) y otra parte importante del empresariado, que alega que este año suspendido (aunque no sancionado económicamente) Paraguay será el país de mayor crecimiento en Latinoamérica (cerca de 11% de crecimiento del PIB) y considerando que las relaciones económicas con Brasil, su principal socio comercial, no serán afectadas —gracias al lobby brasiguayo— y las que tiene con Argentina continuamente sufren las barreras y decisiones australes, motivo de reclamo también brasilero.

Mi opinión es que el Mercosur, basado en la integración mediante unión aduanera, sufre grandes falencias: su comercio exterior es proporcionalmente reducido (incluso con el aporte numérico de las exportaciones venezolanas); el crecimiento del PIB de sus miembros es bajo, y su inflación alta en algunos de ellos (Argentina y Venezuela, entre las mayores mundiales); y las barreras proteccionistas extrabloque muchas veces afectan (sobre todo argentinas) a los socios. Pero la principal es que la alineación política ha superado la económica: más allá de las ideas de desarrollo autárquico de Prebish-Linares entre los 50 y 70, el bloque se va convirtiendo en una ampliación afín del ALBA, potenciado más con el próximo ingreso de Bolivia y Ecuador. No obstante (coincido con el presidente Mujica Cordano) es “tiempo de negociar”.