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¿Una sociedad consumista del aborto?

Fuera de la recurrente cita estadística a la que nos tienen acostumbrados los diversos defensores del aborto, el debate debe ceñirse a una perspectiva social sistemática; y dentro de ésta, a una ético-médico-jurídica, porque, por cierto, todo tema de Estado es ético-jurídico. En ese sentido es que analizamos lo que el editorial de Página Siete publicado bajo el título El debate sobre el aborto en Bolivia (15.07.2013) sugiere, a saber: “Lo que se logra prohibiendo la interrupción del embarazo (…) es que ésta se torne más cara y más insegura”.

Con tal razonamiento, el editorial (al igual que varios otros sectores pro-aborto), atentado contra elementales preceptos constitucionales inmodificables sobre Derechos Humanos, simplifica el tema del aborto a una cuestión de “costo-riesgo/beneficio” y a una falsa percepción de seguridad vital. Como si se tratara de “mejorar la oferta” de un servicio médico más, ante el lógico crecimiento de un segmento de “mercado” —cínicamente— más “consumidor” y demandante de una “mejor prestación” del servicio de “aniquilación de la vida que está por nacer”.

Atendiendo al trasfondo ético-médico-jurídico que dicho editorial evade, cabe decir que al boliviano le encanta quejarse de la baja calidad de la medicina nacional, empeorada con la “renuncia colectiva tácita” de los médicos al juramento hipocrático, salvadas las honrosas excepciones, claro está.

Por ello suponemos que a los sectores proaborto les encantará creer que hay una “mejor medicina” para la mujer cuando, al igual que hoy, compiten mercachifles de la oftalmología; por ejemplo, tras la despenalización del aborto compitan los mercachifles de la obstetricia en un libre y “mejor mercado”, ofreciendo (con video incluido y en los centros comerciales de la ciudad) “legrados”, “aspiraciones” y “micro-cesáreas” (homicidios), al mejor postor. Todo bajo el eslogan: “¿Cansada ya de ese embarazo? Aborte barato y seguro…”. Pero el referido editorial va más allá, y afirma: “Quienes se oponen al aborto señalan que una mujer no puede decidir “matar” a una persona. Ello es incorrecto. Después de la fecundación se genera un embrión, que no es una persona y que no podría desarrollarse fuera del útero femenino”.

Ante tal profano exceso, para empezar, debe señalarse que se denomina embrión humano “al (ser humano) que está por nacer”, hasta concluidas las 12 semanas de gestación. Luego, se lo denomina “feto humano” hasta su nacimiento. Y, el hecho de que el embrión no pueda desarrollarse fuera del útero femenino, para decepción de la “aventurera opinión”, demuestra más bien la directa responsabilidad que tiene la mujer sobre la vida humana y el derecho a la vida “del que está por nacer”.

Precisamente por ello, desde una perspectiva ético-jurídica, el aborto que no se realiza dolosamente y obedece a causas naturales o imprudentes es impune para nuestro sistema. Y en respeto de la vida femenina “independiente” y “originadora de vida”, nuestro sistema jurídico establece los casos excepcionales en los cuales, para preservar la vida femenina, autoriza excepcionalmente la realización del aborto terapéutico.

Finalmente, desde una perspectiva médica, la simple lectura de cualquier tratado moderno de ginecología-obstetricia les hubiera enseñado a los sectores proaborto que la cómoda y práctica idea del “consumo ilimitado del aborto” es falsa. Aún para los recursos con los que cuenta la medicina moderna, aquella fundada en la ciencia y en el principio hipocrático que reza Primum Non Nocere, el aborto no es “ilimitadamente” consumible-realizable. El aborto es una práctica excepcional, reglada y que no puede hacerse repetidamente sin causar graves daños en la salud femenina.