Bolivia crece
La CEPAL también ha alertado sobre la posible desaceleración económica de la región
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país será de 5,5% este 2013, situando a la economía nacional como la tercera más dinámica de Sudamérica, después de Paraguay y Perú. Esta noticia sin duda permite a la ciudadanía tener mayor confianza en la salud financiera del país.
No obstante, por otra parte, la CEPAL también ha alertado sobre la posible desaceleración económica de la región, originada básicamente por el estancamiento de la economía europea, el “enfriamiento” del mercado chino y la débil recuperación industrial de Estados Unidos. Este escenario poco alentador obliga a las autoridades económicas a reflexionar sobre el grado de soberanía o independencia que tiene el crecimiento del PIB respecto a los posibles shocks externos.
En la medida en que la economía nacional tenga un alto grado de concentración en los rubros extractivos de hidrocarburos o minería, que son altamente dependientes de los mercados internacionales, o se base en los sectores de servicios financieros y construcción, que son altamente sensibles a los ciclos económicos, el crecimiento del 5,5% puede rápidamente dar un giro inesperado hacia un estancamiento o hacia una indeseable desaceleración.
Un factor clave para mantener un crecimiento sostenido, o por lo menos para poder amortiguar ciclos económicos adversos, se estructura a partir de la capacidad que tengan las autoridades económicas de proponer y luego ejecutar un plan de diversificación productiva, con una fuerte orientación al mercado interno e intensivo en absorción de mano de obra.
Revisando la historia económica boliviana, se evidencia la posibilidad de repetir el error de creer sistemáticamente que las bonanzas son de largo plazo, y que se tiene asegurado el crecimiento sostenido. Nada más erróneo. No existe una única receta o modelo económico para evitar tiempos difíciles, pero sí debe primar un principio de prudencia, previsión de futuro, además de una visión de país diversificado e industrializado.
La sostenibilidad del crecimiento nacional dependerá del grado de control que las autoridades tengan de las variables económicas fundamentales. Si el país se encuentra sectorialmente diversificado, productivamente tecnificado y con una política activa de inversiones pública y privada que privilegie el potenciamiento del mercado interno, cualquier turbulencia externa podrá ser gestionada con mayor solvencia, sin poner en riesgo a los bolivianos, principalmente a los sectores más vulnerables, que en tiempos de carestía son los más afectados. Y lógicamente en tiempos de crisis saldrán a las calles buscando soluciones, pero para ese entonces puede ser demasiado tarde.