Amalia, nuestra gaviota
A veces olvidamos que tenemos heroínas como Amalia y es necesario que alguien nos lo recuerde
El tiempo, cuya única medida son nuestras acciones, corre inexorable, pero en los seres humanos el tiempo también es el espacio interior, es la historia de la voluntad y del coraje, como de la debilidad y de los fracasos, ésa es la materia con la que Gaby Vallejo trabajó en primera persona la biografía de Amalia, la primera aviadora boliviana.
Gaby es la que escribe, pero la voz es la de Amalia, la nuestra, la Villa de la Tapia, que al igual que la otra, la norteamericana, Amelia Earhart (1897-1939), supo conquistar los cielos con coraje y con la pasión con la que las mujeres asumen los mayores desafíos de su vida. La nuestra nació en Potosí en 1893, y mientras la otra realizaba sus hazañas en los cielos de su país, la boliviana lo hacía en los nuestros.
La prosa inconfundible de Gaby esta vez se trasmuta en la voz de Amalia, en este libro subtitulado Desde el espejo del tiempo, biografía novelada de la primera aviadora boliviana, y alcanza amplios hitos con cargas poéticas y profundas. Amalia era “una niña de sueños raros”, como lo son las grandes personalidades de la Tierra. Cuyos sueños desafiaron los prejuicios de una época en que se creía que las mujeres nacían solamente para casarse, ser religiosas o maestras.
La voz de Amalia nos va contando cómo fue que rompiendo esos prejuicios sociales cumplió su sueño en la Escuela Civil de Aviación de Bella Vista, de la ciudad de Lima, y luego en Francia. En la escuela de aviación peruana entregó su alma y su fe, y se hizo piloto o pilota, para decirlo como ella lo hubiese querido.
“Recuerdo, 15 de marzo de 1922 ¿fue mi destino o mi decisión? No tenía miedo ni al motor ni a la altura, ni a la muerte. Ya había practicado demostraciones y acrobacias aéreas. Pero una poderosa emoción me tomaba entera”. Nos cuenta Amalia de la sensación que la embargó cuando le tomaron una fotografía con uniforme junto a su avión curtis. Y luego la noticia del 7 de abril de 1922, en un periódico paceño, que informa que la “aviadora boliviana Villa de la Tapia ha efectuado con éxito su primer vuelo en Lima”. En otro periódico en junio de ese mismo año aclaran que es la primera aviadora sudamericana. ¡Qué orgullo! A veces olvidamos que tenemos estas heroínas y es necesario que alguien nos lo recuerde.
Es una biografía muy bien escrita, en la que hay párrafos que por su fuerza evocativa y poética me remontan a la figura de Juan Sebastián Gaviota, la prosa de Gaby le sugiere al lector una Amalia Gaviota, siempre superándose, queriendo alcanzar el infinito. La biografía novelada está sustentada en archivos institucionales y familiares, libros, recortes de prensa e internet, así como en entrevistas a quienes la conocieron y amaron, como Ramiro Molina, director del Acervo histórico coronela de aviación Amalia Villa de la Tapia.
Thomas Carlyle afirma que “la biografía es la única y verdadera historia”, así que esta obra, hecha de los recuerdos de la protagonista, así como de los recuerdos de la familia, los amigos y de la gente que sostuvo alguna relación laboral, es la verdadera historia de Amalia Villa de la Tapia y de su época.