Entre el sadismo y el masoquismo
El mundo de la política económica es más amplio y flexible que no cabe el uso de etiquetas estrechas
Parece que la economía por sí sola no puede explicar determinados eventos como la reciente elección en Argentina con la proclamación de Milei como ganador por más del 50% de los votos, por lo que tendríamos que recurrir a otras ciencias sociales, en especial a las ciencias del comportamiento humano que incluyen a la psicología, la psicobiología, la criminología y las ciencias cognitivas.
No podría ser de otra forma que, en términos de programa económico de gobierno, millones de personas tengan que escoger, aparentemente, entre dos opciones. La primera, con su candidato Massa, de una u otra forma, significaba el continuismo, más amplio, más moderno del peronismo, pero que en lo económico se expresaba en inflación del 142,7%, una caída de la actividad económica (-2,8%), caída de las reservas internacionales y un aumento de la pobreza en torno al 40%. Desde el punto de vista de las ciencias del comportamiento humano pareciera que el grupo de votantes de la primera opción tiene algo de masoquismo (de L. von Sacher-Masoch, 1836-1895, novelista austriaco), en el sentido de gozar siendo maltratado por los indicadores económicos y sociales y seguir persistiendo en el mismo camino, aunque sea con algunos cambios.
Lea también: Gobernanza y crisis mundial
La segunda opción, significaba algo nuevo y diferente, anticasta, anti-Banco Central, anti-Estado. Era una opción diferente a todos los experimentos económicos anteriores. Dolarizar de frente superando a la tímida Caja de Conversión o relación uno a uno del dólar frente al peso argentino, la denominada convertibilidad, como fue a principios de 2000. Huir del peso argentino que olía mal según Milei, a excremento. Reducir 15 puntos porcentuales respecto del PIB el gasto fiscal, lo que significa privatizar empresas públicas, como YPF, y cortar con sierra los gastos sociales, en educación y salud pública, entre otros, y aumentar el desempleo. Para los psicólogos, la sierra es un símbolo fálico, para mí es un símbolo sádico, del gozar cometiendo actos de crueldad en otra persona, sadismo (de D. A. François, marqués de Sade, 1740-1814, escritor francés). Un 56% votó por Milei.
Me preocupa después de tantos avances en la política económica, en el laboratorio de experimentos que fue América Latina, de décadas perdidas y en el caso de Argentina de un siglo perdido, puesto que fue considerado a principios del siglo XX como un país casi desarrollado.
En mi libro Neoliberalismo vs Neopopulismo, un falso dilema (versión digital), planteo que la discusión es entre los diferentes grados y modalidades de intervención estatal ya sea directa, a través de empresas públicas, como indirecta, a través de los diferentes instrumentos de la política económica y de arreglos institucionales. Así, no se trata de buscar nuevos paradigmas ni recetas universales. La realidad muestra que no existe una receta única de medidas de política económica y que, la equidad y la reducción de la pobreza, deben ser parte de los objetivos explícitos de la política económica, junto con la estabilidad y el crecimiento. Concluyo que, no obstante, el importante rol que juega el Estado, no es un ente abstracto, refleja intereses de clases, de grupos que capturan renta independientemente de su ideología y de su voluntad, por lo que debe priorizarse la gobernanza corporativa y, en especial, la lucha contra la corrupción.
El propósito fue demostrar que es un falso dilema escoger entre neoliberalismo y populismo, puesto que un velo ideológico ha obscurecido el debate exaltando a los mercados o al Estado, apartándose de la amplia y rica teoría económica, de la evidencia empírica y de la realidad concreta. El mundo de la política económica es más amplio y flexible que no cabe el uso de etiquetas estrechas que, por una parte, sobresimplifican la complejidad de los problemas del crecimiento y la equidad y, por otra parte, no permiten el uso del arsenal de la política económica que admite una combinación de objetivos e instrumentos diversos.
El caso de Argentina es un ejemplo de los antagonismos entre el neoperonismo y el autodenominado “carajismo libertario” o versión reciente del neoliberalismo, y que va a derivar inevitablemente en una “moderación con la casta “o “Macrimoderación” del programa de Milei, y el remplazo de la sierra de Milei por la sierra del FMI.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista