El Diario
El Diario debe garantizar, de manera ineludible, los derechos de los trabajadores

Se hace difícil escribir sobre temas que cobran notoriedad informativa como consecuencia de dificultades que se presentan en las empresas, máxime cuando los mayores damnificados resultan ser sus trabajadores.
Eso sucede con El Diario, empresa que hace poco ha sufrido el embargo de sus bienes por parte del Servicio de Impuestos Nacionales, que le endilga la responsabilidad de una gigantesca deuda tributaria y una presunta quiebra técnica e insolvencia económica.
Si bien la medida no implica la clausura y el medio puede seguir funcionando, la amenaza es más que latente. Los funcionarios de la entidad gubernamental se han encargado de colocarlo en esos términos, e incluso han dado a entender que el siguiente paso podría ser el remate de los bienes.
Ante tal circunstancia, los ejecutivos del medio han salido en su defensa, aunque con anémicas respuestas y argumentos poco convincentes, como que éste (el embargo) “es un tema político que busca acallar a un medio impreso independiente” (sic).
En contrapartida, Impuestos mostró que tiene en las manos un legajo de expedientes como para colocar en lista una tras otra las “irregularidades” que habría cometido la empresa. Y que, en su suma, sus adeudos podrían pagarse en no menos de 300 años.
Sobre la base de estos antecedentes, y sin el ánimo de entrar en disquisiciones, mucho menos emitir un juicio (¿yo quién soy?), me permito lanzar un par de sugerencias:
En lo institucional, El Diario debe replantear y reencauzar su fundamento empresarial, empezando por lo urgente y obligatorio, cual es ajustarse a las normas (si ello corresponde), porque es cierto: ninguna institución puede trabajar de espalda a las leyes. Y debe continuar su itinerario con la sobriedad que le ha permitido atravesar el centenario de vida. En lo laboral, debe garantizar —de manera ineludible— los derechos de los trabajadores, establecidos y amparados por las leyes universales.
Con tal perspectiva, confío (y lo deseo fervientemente) que esta dificultad, o esta prueba, o quizás un poco de ambas, se supere con la mejor predisposición de las partes, y con la guía de la Providencia. Que la afilada dentadura de Impuestos Nacionales (de la que hace alarde el Estado) pase como una simple amenaza, antes que intentar zamparse las fuentes laborales de centenares de trabajadores y el sustento de sus familias.
Y finalmente, creo que la empresa El Diario, en consonancia con su trascendencia institucional e histórica, no abandonará uno de sus principales postulados con los que nació: “Difundir la idea y buscar la verdad, luchando por ella y la justicia”. Buen augurio.