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Evo versus CNN: Cala a Cala

La única vez que vi una entrevista de Ismael Cala sobre Bolivia fue con Carlos Sánchez Berzaín. Me llamaron la atención dos cosas. Una es cómo se identificaba al entrevistado. El exministro de Goni, corresponsable de la masacre de octubre y hoy prófugo de la justicia boliviana, aparecía como una suerte de “analista independiente”, director de alguna fundación en Estados Unidos. La otra cosa llamativa fue el modo nada casual en que el entrevistador apuntalaba la tesis de que “los gobiernos bolivarianos están ligados al narcotráfico” (sic).

Dicen que en la edición, como en los detalles, está el diablo. Lo sabemos bien los periodistas. Lo saben mal los políticos. Así ocurre por ejemplo cuando un prolongado discurso, una larga entrevista, una conferencia de prensa se convierten en noticia. Es la supremacía del fragmento. Lo que cuenta, más que la argumentación, más que el dato oficial, es la frase suelta. En una mano la grabadora, en la otra las tijeras. He ahí el oficio periodístico, la agenda mediática nuestra de cada día.

Fue precisamente la edición, ese privilegio de los medios/periodistas, el motivo por el cual el presidente Morales suspendió en principio una entrevista con Cala, presentador estrella de CNN en español. “Ese periodista quería editar, entonces cuando edita direcciona a su antojo, no quieren decir lo que nosotros quisiéramos expresar… y CNN peor todavía”, explicó el Mandatario boliviano. Evo quería una entrevista en vivo, sin cortes ni ediciones. Y hubo (superado) desencuentro.
Veamos. ¿Puede un presidente, una autoridad de gobierno, cualquier fuente, cancelar una entrevista gestionada y concertada previamente? Claro. Y sucede con frecuencia. Cuántas entrevistas, tras horas de espera, quedan sin hacerse, o postergadas, como efecto del “cambio de agenda”. La pregunta es por qué. ¿Suspender el compromiso con un medio de comunicación será comprensible si “se cruza” con un imprevisto, alguna urgencia? ¿Resultará condenable, en cambio, si la causa (de un lado, del otro) es la mala leche? Suspicacias.

En el caso de la entrevista (que finalmente se hizo) del visitante Cala, las razones de Evo para cancelarla fueron dos. La primera, oficial, era que la agenda de festejos patrios estuvo muy agitada y, en consecuencia, el Presidente acusaba agotamiento físico. En tal condición, claro, no quería a CNN ni sus cámaras, sino descanso. El entrevistador, contrariado, aseveró que le habían faltado el respeto. Y sentenció: “En mi carrera nunca volveré a gestionar una entrevista con el presidente Morales”. Qué tal.

La segunda razón, discutible, es la ya mencionada desconfianza presidencial respecto a la edición mediática (“sacan lo que les conviene”). ¿Pero acaso en Palacio no sabían que la entrevista sería difundida días después en el conocido programa del entrevistador? ¿Cambiaron las condiciones? ¿Se aclararon luego? ¿La entrevista se difundirá finalmente sin cortes? Porque si Evo está convencido de que CNN es un medio del imperialismo que “humilla, miente y tergiversa”, lo coherente es que directamente no hable con ellos. Y listo.

Pero más allá de la polémica (Evo llegó a decirle “cobarde” a Cala por andarse quejando), la entrevista se realizó ayer y será difundida el martes. ¿Y los temores del Presidente ante la denunciada maniobra en la edición? ¿Y el anuncio de Cala de nunca más gestionar una entrevista con Morales? Quedan para el anecdotario mediático. CNN/Cala, desde su labor periodística, seguirán haciendo campaña contra los gobiernos de izquierda en la región. Y Evo continuará saliendo en CNN, con y sin cortes.

Llegó Cala, promocionó su libro, lo condecoraron en Santa Cruz de la Sierra, deslumbró a los periodistas del Diario Mayor, entrevistó al presidente Evo (de quien dijo que es “un referente mundial”), se fue Cala. La vida sigue, colegas. Hay vedetismo político-mediático para rato.