Modelos políticos
La pregunta es ¿qué tanto el nuevo modelo político planteado depende del liderazgo de Evo Morales?
La irrupción de gobiernos de nueva izquierda en la región llevó a los analistas a identificar dos modelos políticos en el marco de su perversa distinción entre lo deseable e indeseable. Los gobiernos de los esposos Kirchner, Lula da Silva y Michel Bachelet representaban lo deseable, frente a los gobiernos de Hugo Chávez y Evo Morales, los cuales, a partir de un léxico revivido de la Guerra Fría, fueron vistos como constituyentes de un “Eje del mal”.
Así, los gobiernos del modelo deseable fueron vistos como impulsores de un Estado socialmente responsable, regulador del mercado; una economía solidaria basada en la redistribución del ingreso; y una democracia representativa, con mecanismos de participación directa. En cambio, los gobiernos del modelo indeseable fueron vistos como impulsores de un Estado intervencionista, una economía estatizada y una democracia directa y participativa con protagonismo esencial del pueblo.
Imponiendo su marco teórico de hierro, los analistas caracterizaron así a los primeros como socialdemócratas o de izquierda moderada; y a los segundos, como radicales y populistas. Esto a pesar de que ningún gobierno logró consolidar un modelo posneoliberal, ni superar la democracia de mercado, ni el Estado mínimo, y tender más bien a aprovechar las “bondades” del neoliberalismo, de la democracia electoral y del poder del Estado. Por eso, el esquema de distinción parecía sospechoso, más por su dependencia del carácter de los líderes que oponía el radicalismo de Chávez y Morales a la laxitud de los Kirchner, Bachelet y Lula, sin que ello supusiera la menor ambigüedad de los primeros. Por ello, ningún modelo llegó a consolidarse, tanto que el deseable asociado al gobierno de Lula se divisa actualmente como un modelo burbuja, que por los embates sociales amenaza con reventarse frente a Dilma Roussef, siendo el único llamado a evitarlo el mismo Lula. El modelo indeseable asociado a Chávez también deja la duda, tras su muerte, acerca de su continuación y dejando en evidencia que la debilidad de un modelo político deriva precisamente de su dependencia del líder.
Ante ese panorama, en la clausura de la internacionalmente intrascendente Cumbre de los Pueblos, Morales sugirió la emergencia de un nuevo modelo basado en la experiencia boliviana. Este consistiría, parafraseando al Presidente, en la refundación de los Estados a través del “método” de la Asamblea Constituyente; su producto sería un Estado Plurinacional como culminación del Estado colonial, forma de los gobiernos impostores que no representarían al pueblo, sino al colonialismo y al imperialismo, cuyas políticas beneficiarían sólo a un puñado de familias; al Estado Plurinacional le correspondería por tanto terminar con el capitalismo, la anarquía del mercado, las oligarquías, monarquías y jerarquías, con la participación de los sectores sociales (La Razón, 03.08)
Mas en la inauguración del ahora sí internacionalmente relevante Foro de Sao Paulo, Lula afirmaba que “el manual de un gobierno de izquierda debe ser escrito cada día, porque el pueblo evoluciona cada día y los partidos de izquierda no pueden seguir funcionando en forma tradicional” (LR, 05.08). Y curiosamente a la clausura del evento, Morales respondía que su gobierno se había deshecho de esa izquierda, para un día después afirmar que “soy enemigo de hablar de liderazgos. No me gusta. Aquí dicen ‘los evistas’. No quiero que haya evistas, sino antiimperialistas” (LR, 06.08). La pregunta es ¿qué tanto el nuevo modelo político planteado depende del liderazgo de Morales, siendo que el Estado Plurinacional no es exportable a contextos en los cuales el conflicto étnico no es determinante frente a los conflictos de clase?