Tres brechas por cerrar
El debate sobre la situación de la economía y sus perspectivas se hace cada vez más difícil.
El debate fundamentado sobre la situación de la economía y sus perspectivas se hace cada vez más difícil, debido a que van en aumento las discrepancias entre las percepciones de la gente en su quehacer cotidiano, los cálculos de los organismos internacionales y de los analistas especializados, y las cifras que proporcionan las instituciones nacionales competentes. Las insuficiencias del Censo de Población y Vivienda 2012 y la forma en que las autoridades están encarando las respuestas imprescindibles no hacen más que agravar la situación.
Ejemplos sobran. Así, por ejemplo, de acuerdo con las cifras de una reciente presentación del Ministro de Economía y Finanzas Públicas, el PIB del país en 2012 alcanzó los $us 26.846 millones, lo que dividido entre los 10.027.254 de habitantes que dice el censo, arroja un PIB por habitante de $us 2.677. Esta cifra es 5,7% mayor a los $us 2.532 que registra el Fondo Monetario Internacional en sus cuadros comparativos de mediados de este año. Es probable que el FMI haya utilizado en sus cálculos una extrapolación de la tasa intercensal 1992-2001 de crecimiento medio de la población (2,74%), y que ahora tenga que hacer las correcciones del caso en su próximo informe. En cuanto a la comparación del PIB por habitante de Bolivia con los países vecinos, la discrepancia de las nuevas cifras nacionales con las que publica el FMI no es todavía demasiado relevante, puesto que con ambas cifras seguimos lejos de los indicadores correspondientes a nuestros cinco vecinos. En efecto, de acuerdo con las cifras del FMI, Chile tenía en 2012 un PIB por habitante de $us 15.410, Brasil de $us 12.079, Argentina de $us 11.576, Perú de $us 6.530 y Paraguay de $us 3.903.
Frente a la idea de que Bolivia es el cuarto país en términos de crecimiento en América Latina, detrás de Paraguay, Panamá y Perú, habría que recordar que tal situación sólo es válida para las previsiones de crecimiento en 2013 de la CEPAL, y que no se cumple en una comparación que comprenda los diez años pasados o incluso un lapso más largo. En periodos largos, las tasas medias de crecimiento real de los países de América del Sur han estado casi siempre por encima de las que hemos logrado en Bolivia.
Con estas consideraciones pretendo llamar la atención sobre dos aspectos relacionados con la evaluación profesional de la coyuntura económica. En primer lugar, la aparente espectacularidad de los indicadores macroeconómicos de corto plazo (crecimiento general del año pasado, nivel de reservas internacionales y superávit fiscal) no debería traducirse en una impresión equivocada de que estamos acortando las brechas con los países vecinos. Por el contrario, las distancias en cuanto a indicadores de ingreso medio real, desarrollo industrial, progreso tecnológico, niveles educativos y oportunidades de empleo están aumentando, como lo demuestra claramente la emigración de trabajadores bolivianos a las economías vecinas y más allá. Esta brecha no se cierra con la pura retórica.
En segundo lugar, el país necesita contar con una línea de base confiable, que describa de una manera completa las condiciones sociales de vida, empleo e ingresos de la población, desagregadas por departamentos, así como entre población urbana y rural. Dichos indicadores demográficos, sociales y económicos constituyen el punto de partida que, junto con los cuadros pertinentes de ingresos y gastos fiscales, deben tomarse en cuenta en la negociación del pacto fiscal que se avecina; el cual tiene que orientarse principalmente a cerrar las brechas internas entre sectores sociales y regiones para, por esa vía, reforzar la unidad nacional y la cohesión social. Es la única manera de prepararnos para responder colectivamente a los ciclos cambiantes de expansión y recesión de la economía mundial.