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Egipto y el diario de un Tanatoturista

Stef es una persona de reputación, éxito y tendencias filantrópicas, miembro de organizaciones humanitarias. Le fascina el desastre. No se conforma con visitar Auschwitz-Birkenau, las calaveras apiladas por los jemeres rojos o fotografiarse en la Zona cero. Quiere descubrir la historia más reciente a través de un aprendizaje directo. El pasado no importa, sino lo que sucede. Estuvo en Sumatra llevando avituallamiento para las víctimas del tsunami y pudo solearse en la playa. Visitó los Altos del Golán y contempló con largavistas a las tropas de Al Asad tomando Alepo. Después acompañó a los vehículos de la Media Luna Roja y la prensa para contemplar cadáveres y fotografiarse con los soldados vencedores. Los viajes de Stef no se hacen por cuenta propia, son organizados por agencias de turismo, con seguro de vida incluido.

Mohamed es nieto de dos obreros huéspedes que emigraron en los 60, aunque conoce poco el país de sus abuelos se siente muy marroquí. Habla un árabe contaminado por el holandés. Su ambición es encontrar los fundamentos de su religión. Él es como el 85% de los musulmanes suní. Quiere combatir la herejía persa chií. No defiende a Mursi porque lo considera muy panislámico. Encontró en el salafismo una justificación de su vida. El año pasado fue a Homs para unirse al Ejército de Liberación Siria. Estuvo dos meses en línea de batalla como carne de cañón. Volvió a trabajar para ahorrar dinero e ir a su nuevo desafío: Chechenia, pero la barrera del idioma le convenció de ir a Egipto. Su agencia de viajes es clandestina y arregló su viaje vía Facebook.

Jan es un obrero portuario. Tuvo un año difícil con la flexibilización de las fuentes de trabajo. Él es uno de los pocos trabajadores que no es de Europa del este. Sobrevivió a reorganizaciones convencido de que su vida está en el puerto. En su respiro anual, decidió ir con su familia de vacaciones. Él tiene pasión por el buceo, tomó un todo incluido pensando en sus hijos, y para complacer a su esposa visitarían las pirámides. Él desobedeció el consejo de su gobierno de no ir a Egipto. Quería viajar; además, le contaron que los problemas suceden al este del Nilo, en El Cairo, donde están los vivos. Él se alojaría en el lado que los antiguos egipcios le dedicaron a los muertos. Jan pagó extra por este favor.

Ahmed es un joven tunecino, periodista freelance. Sus clientes son productores. Él es un networkman. Hace resúmenes esquemáticos, informes asépticos, filmaciones donde nunca aparece,  porque el protagonismo está reservado para las estrellas mediáticas que se alojan en hoteles de zonas protegidas. Muchas de las imágenes que se hicieron en Libia, Siria, Yemen, Irak le pertenecen. Ahmed es un experto en voyerismo funerario y va donde hay guerra. Él hará un reportaje sobre los Hermanos Musulmanes y cómo montaron un Estado dentro del Estado. Le envía una de las grandes cadenas de televisión.

Farid es nómada egipcio en la Unión Europea. Él es un cristiano copto asilado y regresa a su país para llevarse a su familia. En la época de Mubarak no le dejaban comer en paz su chanchito, pero ahora la agresión es directa. La rabia musulmana se escribe quemando iglesias y casas de cristianos; y él se pregunta: ¿dónde está el Papa que no se pronuncia por las muertes de los coptos? ¿Acaso no es un objetivo histórico reunificar la  Iglesia de San Pedro con la de San Marcos? A él le financia una ONG que paga una empresa de marketing para hacer colectas. La muerte y el dolor son un producto de consumo. Anubis es reemplazado por los nuevos reyes Midas, que ganan dinero por cada vuelo chárter.

Es escritor.