Icono del sitio La Razón

Representación política

Una de las asignaturas pendientes del régimen democrático es el establecimiento de un nuevo sistema de organizaciones políticas. Y es que del viejo sistema de la democracia pactada, que gobernó el país durante dos décadas, sólo quedan remanentes. Y tras siete años del actual proceso de cambio, aún no tenemos una estructura consolidada de representación política.

Según información del Tribunal Supremo Electoral, actualmente hay 11 partidos políticos y una agrupación ciudadana habilitados para postular candidaturas  en las próximas elecciones generales de 2014. Nuestro “sistema” formal de representación política, pues, tiene nada menos que 12 organizaciones. Pero este número, siendo significativo, puede resultar engañoso. Es necesario considerar la fortaleza de dichas organizaciones y, en especial, su articulación en un sistema.

¿Doce organizaciones políticas habilitadas para participar en comicios? ¿Y al menos otras cuatro en trámite de reconocimiento de su personería jurídica? Estos números, decíamos, constituyen una falacia. Y es que en rigor solamente cuatro partidos tienen posibilidades reales, hoy, de postular candidaturas a la presidencia del Estado Plurinacional: el dominante Movimiento Al Socialismo, los opositores Unidad Nacional y Movimiento Sin Miedo, y el recién reconocido Movimiento Demócrata Social.

Los demás partidos políticos, en tanto, en su mayoría, son residuales de la otrora “partidocracia”. ¿O es que, por citar algunos, ADN del extinto Hugo Banzer, MNR del gonismo en juicio de responsabilidades, UCS de la familia Fernández, PPB del fugado José Luis Paredes o la siempre concurrente Democracia Cristiana están en condiciones de presentar candidaturas propias? Lo más probable es que para mantener su existencia se adhieran a otro partido a cuenta de una alianza.

Pero, más allá del número de partidos de alcance nacional no sólo existentes sino efectivos en el país, lo más relevante es cómo se articulan entre ellos en un sistema de representación política, que como queda dicho está en lento y difícil proceso de edificación. Además, es importante su vinculación, en el ámbito subnacional, con las agrupaciones ciudadanas y organizaciones políticas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos. Y también cómo se sitúan respecto a las democracias participativa y comunitaria.

La democracia intercultural boliviana, es importante asumirlo, requiere un sistema de organizaciones políticas fuerte y consolidado. Ello sólo será posible con organizaciones políticas, en sí mismas, también sólidas y consolidadas. Con la salvedad, que no es menor, de que la representación de la sociedad no pasa solamente por los partidos, sino también por diversos movimientos sociales, organizaciones indígenas, sindicatos y entidades cívicas, cuya capacidad de acción política excede ampliamente al voto en elecciones.