Despatriarcalicen sus cabezas
El planteamiento de despatriarcalización del Estado es nuestro aporte como feministas comunitarias.
Cuando desde el feminismo conceptualizamos la despatriarcalización del Estado y la política pública, cuyo primer paso fue realizar el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades (PNIO), queríamos plantear alternativas creativas, desde un proceso de cambio, a las formas neoliberales de manejo de las necesidades y problemas de la mitad de la población que somos las mujeres. Una parte interesante y valiosa se está realizando en diferentes ministerios, sin embargo, creo que es necesario denunciar lo que desde el Viceministerio de Descolonización se hace respecto de la despatriarcalización.
No podemos permitir la manipulación de las propuestas, trabajadas éstas para que sean entendidas, enriquecidas y recogidas por las organizaciones sociales de mujeres. Estamos hablando de la despatriarcalización. En nuestras luchas de feministas comunitarias ya hemos vivido la despolitización de la categoría política de género, a tal punto que hoy el concepto de género se maneja como sinónimo de mujer, cuando en realidad quiere decir inferiorización de las mujeres respecto de los hombres.
De la misma manera hoy se maneja y despolitiza la propuesta de despatriarcalización, reducida a un componente de la descolonización. Es decir que los compañeros y compañeras indianistas de ese viceministerio plantean que la despatriarcalización es despatriarcalizarse de los k’aras, y no reflexionan sobre las complicidades de los hombres indígenas con el patriarcado k’ara, complicidad para oprimir, explotar y discriminar a las mujeres de pueblos originarios, nuestras abuelas.
Como no desarrollaron una teoría propia y tienen aversión a todo lo que viene del feminismo, toman conceptos y los vacían de contenido (mejor ni hablar de plagio, por lo menos plagiaran bien), vaciamiento político que tiene consecuencias graves para las mujeres y nuestras luchas, como la de convertir a la despatriarcalización en una etiqueta o cuña para que tranque la puerta, la mesa coja, o muletilla de discurso y no nos sirva para nada como tampoco nos sirve la equidad de género.
Es imprescindible que estos compañeros y compañeras despatriarcalicen sus cabezas, y cuando vayamos a la discusión no asuman poses de víctimas, pues aquí estamos discutiendo propuestas y conceptos, y cuando decimos que el concepto de patriarcado y despatriarcalización es de las feministas, pues así es, es la historia de nuestro pensamiento. Es más, el planteamiento de despatriarcalización del Estado y la política pública es nuestro aporte como feministas comunitarias a este proceso, que es también nuestro.
Entonces, en vez de tirar tanta misoginia a las feministas comunitarias, deberían estudiar y aprender, y no reducir las acciones despatriarcalizadoras a matrimonios indígenas. El matrimonio es un acto profundamente colonial, heteronormativo y de ciudadanía neoliberal; que sea indígena no cambia su contenido político; al contrario, suma a su significado que los “indios” también quieren casarse, según sus usos y costumbres.