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40 años de ejemplo

Salvador Allende, el Chicho, llegó al gobierno declarándose socialista y revolucionario, y hacía escuela sumando voluntades al proceso de socialismo por la vía pacífica. Él lo creía posible y no percibió que por ello podría poner en peligro no sólo su gobierno, sino también su vida. Con su actitud valiente, parecía lejos de los procesos políticos que se vivían en Suramérica, dominados por dictaduras militares, con un gendarme como EEUU que consideraba su patio trasero lo que sucediera en nuestros países. La revolución cubana había trazado un camino y había demostrado cómo los sueños de utopía podían cumplirse. Y con ese mismo ímpetu, la irrupción de Salvador Allende tuvo un insoslayable valor  desde lo testimonial y conceptual; significaba la transformación de nuestra realidad a través de la vía democrática, mediante un partido histórico, generando así un buen ejemplo a seguir para los procesos que intentaban gestarse en el cono sur.

Recuerdo que fui invitado por el Partido Socialista de Chile para participar de los actos del 30 aniversario del 11 de septiembre, y de un hecho simbólico pero de alto contenido político: la apertura de la puerta de la calle Morandé, en el palacio de La Moneda, el lugar por donde salió por última vez, ya muerto, el compañero Allende, mientras el edificio aún ardía como resultado del criminal bombardeo de la aviación golpista. A la hora de la reconstrucción la dictadura había anulado la puerta de Morandé 80, como había intentado anular la memoria de los chilenos.

También se me viene a la memoria aquella vez en que llegó a nuestras manos un casete pirata con las últimas palabras de Allende en una grabación de Radio Magallanes. Entonces, el compañero Presidente daba su última lección: “En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la patria, los llamo a ustedes para que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Es posible que nos aplasten, pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor”.

Allende actuó en consecuencia y murió en La Moneda, sin renunciar, con el casco y las botas puestas. Aquellas últimas palabras hoy se ven reflejadas en los actos que llevan adelante los y las líderes que están transformando nuestra región: Cristina, Dilma, el Pepe, Evo, Ortega, Correa y Maduro. Somos muchos y muchas quienes luchamos por cambiar esta historia. Allende fue uno de los grandes pioneros, siguieron Chávez, Lula, Néstor. El sueño, la utopía se está cumpliendo, y nuestros pueblos reconocen las victorias que se están alcanzando. Latinoamérica hoy pone como ejemplo a Allende en la galería de nuestros héroes latinoamericanos, los de ayer junto con los de hoy.