La gran gesta cochabambina
Con la revolución cochabambina, del 14 de septiembre de 1810, gran parte del Alto Perú quedó libre
En esta semana se conmemora un nuevo aniversario de la revolución de Cochabamba, ya que el 14 de septiembre de 1810 el pueblo de esa ciudad determinó romper vínculos con España y reconocer como autoridad central a la Junta de Gobierno de Buenos Aires.
Las tropas cochabambinas que habían estado acantonadas en Oruro, al mando del teniente coronel Francisco de Rivero, en vez de continuar ruta hacia Potosí para unirse al resto de las tropas realistas decidieron desertar y retornar a su región. Tras su llegada iniciaron la insurrección, tomaron la guarnición y se apoderaron de las autoridades locales. Pocos días después, ese 14 de septiembre, se realizó un cabildo abierto en la Plaza de Armas, donde Francisco de Rivero fue confirmado en el mando político y militar, y en el que se creó una junta de guerra. Luego, por medio de un juramento solemne, se reconoció a la mencionada junta bonaerense.
Al tener conocimiento de ello, las autoridades de Buenos Aires enviaron a los insurrectos un elocuente mensaje: “El mejorable 14 de septiembre, en que la fuerte y valerosa ciudad de Cochabamba hermanó sus ideas con las de esta capital, hará desaparecer de sobre el suelo americano la tiranía y el despotismo que por tanto tiempo la ha mortificado, y que brille la libertad patriótica a que aspira la Nación”.
Buenos Aires tenía razón, porque en efecto la revolución cochabambina determinó el alzamiento de Santa Cruz de la Sierra, el 24 de septiembre, con convocatoria de un cabildo abierto y la conformación de una junta gubernamental; y asimismo el de Oruro, realizado el 6 de octubre y acaudillado por Tomás Barrón, el cual también se plegó inmediatamente a Cochabamba y Buenos Aires. El remate glorioso de la gesta de septiembre fue la victoria de Aroma, obtenida cerca de Sica Sica, el 14 de noviembre de ese mismo año, donde los cochabambinos y oruceños mostraron su temple y coraje.
Siendo sólo montoneras armadas de hondas y palos, y con escasas armas de fuego, pero muy bien acaudilladas por Estaban Arze, triunfaron y persiguieron a las fuerzas realistas hasta Viacha. El comandante realista de La Paz y los restos de las tropas derrotadas en Aroma cruzaron el río Desaguadero y huyeron al Perú. De este modo, el 16 de noviembre, los habitantes de La Paz proclamaron en gran asamblea a la Junta de Buenos Aires. Poco después, una guarnición cochabambina marchó hacia la ciudad de La Plata (Chuquisaca), la cual también quedó liberada en ese mes de noviembre.
Con la revolución cochabambina, gran parte del Alto Perú quedó libre, e impidió que mayores fuerzas realistas cooperasen a las huestes del presidente Nieto, que esperaban en Potosí al primer ejército auxiliar argentino. Ello contribuyó en gran medida a la victoria patriota de Suipacha, acaecida el 7 de noviembre de 1810, la cual, junto con la de Aroma, pudo unir por primera y única vez a todo el Alto Perú con la independiente Argentina.
Al recordar la hermosa gesta cochabambina y su repercusión en casi todo el Alto Perú, es importante tener presente la poderosa influencia de Cochabamba en el país, por ser el centro geopolítico de la nación, ya que está situada casi a la misma distancia de La Paz que de Santa Cruz, Trinidad, Potosí, Oruro o Sucre. Por este motivo, Bolívar propuso que Cochabamba fuese la capital de la República. Y, consecuente con ello, el Mariscal Sucre manifestó en su informe a la nación que “el Gobierno mandó construir allí los edificios para el Cuerpo Legislativo”. Luego agregó: “Considerada Cochabamba como la capital de la República, se reunirá allí el Congreso Constitucional”. Pero en mala hora se decidió luego que la capital fuese La Plata (hoy Sucre), sin comprender que ésta era una ciudad muy a trasmano.
Como expresó un periódico de Buenos Aires en esa época, “el Alto Perú será libre porque Cochabamba lo quiere”, ahora podríamos parafrasear algo semejante: “Bolivia se convertirá en una verdadera nación porque Cochabamba la unirá”.