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Bares de remate

Las cantinas que funcionan de forma clandestina y en horarios fuera de norma, denominadas bares de remate, gozan de muy buena salud en la urbe paceña. Ello pese a que su ubicación en muchos casos es conocida por propios y extraños.

Según las autoridades ediles, una de las razones de su proliferación es la laxitud de la ley, que impone como pena máxima a los reincidentes el arresto durante ocho horas. Por otra parte, la Policía es la responsable de que una taberna que ha sido clausurada definitivamente no vuelva a abrir sus puertas. Labor que no suele ser cumplida a cabalidad. Adicionalmente, estos boliches evitan los controles municipales empleando cámaras o bien argucias legales, argumentando por ejemplo que se trata de una fiesta privada.

Lamentablemente estos lugares no sólo promueven el consumo excesivo de alcohol y el tráfico de drogas, sino también la prostitución, labor que puede esconder casos de trata de personas, amén de la violencia que siempre viene acompañada en este tipo de bares (por ejemplo, en julio de 2012, un joven de 24 años murió en El Caballito luego de recibir un disparo en la espalda, y semanas atrás en La Cueva apareció sin vida una mujer, que aparentemente falleció estrangulada). Urge, en este sentido, tomar medidas para controlar su proliferación.