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País de productores

A corto plazo exportar gas es un gran negocio para Bolivia, ya que el precio para enviar el energético al exterior es cinco veces el que se cobra en territorio nacional. Sin embargo, cuanta mayor cantidad de gas se consuma en nuestro país a corto plazo, mejor.

El consumo de gas vehicular masivo hace que tengamos que pagar menos por la subvención a los carburantes importados; gas en los hogares mejora la calidad de vida, y cuida el bolsillo de las familias bolivianas, y esto es clave, es una ventaja competitiva para que podamos vender manufacturas y productos con valor agregado, producidos con costos más bajos que los países que nos rodean.

Por ejemplo, en la confección textilera (una industria muy importante, pues requiere mano de obra intensiva, y de esta manera, permite crear mayores fuentes de trabajo) el uso de gas industrial permite tener prendas para surtir el mercado nacional y poder exportar.

En Santa Cruz, según una entrega del periódico El Deber, el 90% de la ropa que se vende en la feria del Barrio Lindo es hecha en Bolivia. Un salto gigantesco frente a la baratura de las confecciones chinas y de otras partes del mundo. Ni qué decir frente a la ropa de segunda mano. Si a esto agregamos los datos de Enatex, que está produciendo el doble de prendas, se puede observar que hemos logrado avances aun sin contar con las preferencias arancelarias que nos brindaba Estados Unidos.

Si trasladamos este ejemplo a otras industrias, podríamos ver que la ventaja comparativa que nos da el gas usado en Bolivia podría marcar una gran diferencia de precio y crearía empleo digno y estable.

Exportar materias primas es importante para nuestra economía,  pero exportar con valor agregado (es decir el trabajo de los bolivianos) es aún más importante. Y también para sustituir las importaciones, creando productos en nuestro país.

Algo de eso se hará con la producción de urea, un fertilizante que se venderá al exterior en su mayor parte,  pero que también servirá para, usado de manera racional, potenciar la producción agrícola, tener seguridad alimentaria y exportar alimentos allende los mares. No en vano, a diez años de la guerra por el gas, resuena todavía poderoso el grito de “Industrializar el gas”. Por ello, urge planificar una mayor distribución del energético en el país. Con más industrias, más energía barata para las empresas y trabajadores más capacitados, nuestro futuro económico será mucho más luminoso, alumbrado por reflectores a gas.