Si Hitler hubiera…
¿Y si esto no hubiera ocurrido? Eso quisieran muchos, pero la realidad es otra y la Historia no regresa
En una recepción diplomática, me topé con varios personajes de la oposición y el oficialismo, algunos furibundos y desesperados le echan la culpa de todos sus padecimientos al Gobierno; y viceversa, la gente del oficialismo les carga la culpa a sus oponentes por no haber dejado las cosas del Estado en mejores condiciones. Para los primeros, el tiempo se les acaba en el fallido intento de generar un poderoso aparato opositor, con un solo líder que aglutine a todos los descontentos y desplazados del oficialismo y resquebraje su maquinaria que corre a todo gas hacia 2014.
La desazón y resignación en algunos de los intelectuales conservadores es patética, se azotan con el cilicio de la derrota anticipada y no quieren hacer memoria de sus casi dos siglos de gobiernos, siendo los directos causantes de que Bolivia estuviera al mismo nivel de Haití en la escala de pobreza. Es cómodo, me decía un brillante expositor de la nostalgia aristocrática, que el Gobierno eche la culpa a los otros por sus desaciertos; y es más cómodo aún, repuse, echarle la culpa al Gobierno de todo lo que ellos no fueron capaces de construir, como por ejemplo una institucionalidad sólida en las sucesivas décadas que estuvieron en el poder.
Mi compañero de penurias y alegrías, Carlos Layme, con quien sufrimos la cárcel durante la dictadura de Banzer, me comentaba de un libro de un historiador británico que, a través de la prospectiva, especula sobre sucesos históricos que no hubieran pasado y cuáles serían sus resultados ahora.
Por ejemplo, si Hitler no hubiera embarcado a Alemania en la guerra y su aversión antisemita no existiría, ahora sería un oscuro busto en el panteón de los cancilleres del Tercer Reich, y Europa hubiera conservado su antigua configuración. En el texto también se especula sobre si Trotsky hubiera sido el sucesor de Lenin en vez de Stalin, y las repercusiones que este suceso hubiese ocasionado en el mundo.
Pero a mi amigo Layme esto no le quita el sueño, sino ¿qué hubiera acontecido si el grupo de Rósza hubiese ganado la guerra con su grupo serbio croata. Mientras hacíamos fila para el transporte público, con esta pregunta nos dimos a la tarea de hacer el mismo ejercicio que el historiador británico. Carlos decía que seguramente tendríamos que hacer una fila exclusiva como cholos e indios, y los descendientes de la nueva sociedad serbio-croata tendrían otro sistema de transporte, porque además, para nosotros ya sería tarde aprender su idioma. Tendrían escuelas y barrios exclusivos y planificarían para exterminarnos y apoderarse todavía de territorios que resistirían a la invasión y colonización. Sería un baño de sangre que duraría varios años. La capital estaría en Santa Cruz, y la política de migración de las familias de la ex Yugoslavia estaría garantizada, porque la nueva República Servo Croata Eslovena Oriental repartiría los territorios más ricos a estas familias, y no permitirían el ingreso de gente de tez oscura. Solamente tendrían ese privilegio los esclavos de los campos de soya, maíz y otros granos transgénicos, quienes vivirían en barracones en las haciendas de Marinkovic, Tomasevich, Tadic, Tibor, Milosevic.
¿Quiénes son y de dónde vienen? Con las sucesivas crisis, después del colapso del imperio austro-húngaro en 1918, se creó el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, llamado luego Reino de Yugoslavia, que no evitó las diferencias étnicas entre croatas y serbios, instaurándose los primeros movimientos juveniles nazis croatas separatistas, liderados por Branimir Jelic y Ante Pavelic, quienes proclamaron el Estado Independiente de Croacia. Ya conocemos qué pasó después. Tras la caída de Tito, el dramático y doloroso enfrentamiento étnico que se produjo y la disolución de Yugoslavia.
Para los sectores más reaccionarios de Bolivia, ojalá nunca hubiera ocurrido el 23 de octubre de 2003, cuando, luego de una masacre, escapó Sánchez de Lozada, dejando atolondrada a una clase social que siente como una pesadilla la presencia de un presidente indígena. Pero… ¿y si esto no hubiera ocurrido? Eso quisieran muchos, pero la realidad es distinta y la Historia no regresa.
Es director del Museo Nacional de Arte.