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Día de la Mujer

Como todos los años, es posible arribar a la misma conclusión en esta fecha: los avances de las mujeres en materia de acceso a los derechos son indisimulables. Sin embargo, así como hay sustanciales mejoras en la equidad de género, fundamentalmente debido a la lucha de las propias mujeres, también es mucho lo que aún falta por lograr una verdadera igualdad.

En efecto, mucho ha cambiado en Bolivia desde la época del nacimiento de la poeta Adela Zamudio, cuyo natalicio, en una fecha como hoy, es la ocasión para celebrar el Día de la Mujer Boliviana. Para comenzar, el acceso de las mujeres a la educación ya no es un asunto reservado a las élites, como en tiempos de la escritora cochabambina.

Es más, hoy son cada vez más extraños los casos en los que las niñas son privadas de su derecho a estudiar en favor de sus pares varones, al punto que la Unesco ha certificado que Bolivia es un país libre de analfabetismo y la brecha entre ellos y ellas es casi inexistente.

En materia de acceso a los derechos políticos, también son importantes los avances. Si recién después de la revolución nacional de 1952 las mujeres conquistaron el derecho al voto, tuvieron que pasar casi cuatro décadas para que su participación en la gestión gubernamental y legislativa fuera realmente significativa; en la década de los 90 se legisló la obligatoriedad de contar con mujeres en las listas de candidatos, y recién con la nueva Ley de Régimen Electoral se dispuso la paridad y alternancia entre ellos y ellas a la hora de postular a los cargos públicos. Con todo, dicha alternancia y paridad todavía no ha llegado a materializarse completamente, lo que no ha impedido que dos mujeres conduzcan la Asamblea Legislativa Plurinacional y sea también mujer la presidenta del Tribunal Supremo Electoral. En el gabinete ministerial hubo una pequeña disminución de la participación femenina.

Donde sí hay déficit es en el acceso a los derechos laborales. Numerosas evidencias periodísticas y de instituciones dedicadas a la temática de género dan cuenta de la persistencia de la desigualdad en el acceso al empleo y, sobre todo, en la remuneración, que sigue siendo menor para ellas, incluso por igual o más trabajo. Asimismo, aunque hay avances que deben ser reconocidos como el pago del bono Juana Azurduy, con sus limitaciones, los derechos asociados a la salud sexual y reproductiva de las mujeres siguen siendo los más difíciles de conquistar, lo cual se explica por la persistencia de una cultura patriarcal que domina en la sociedad e impide reconocer que ellas deben poder decidir sobre sus cuerpos.

Hay, pues, motivos para reconocer el importante avance de las mujeres, y sentir satisfacción por ello, pero también para no perder de vista lo que aún debe ser hecho, no como una concesión de los varones, sino como tarea imprescindible para la construcción de una mejor sociedad.