¿Acuerdo entre Rouhani y Obama?
No está claro si Irán y EEUU, cada uno por su lado, pueden decir que sí a un acuerdo nuclear
Hassan Rouhani se muestra a sí mismo en fuerte contraste con su predecesor. Durante los últimos años, el presidente de Irán ha realizado un desayuno de trabajo con un pequeño grupo de periodistas durante la inauguración de la Asamblea General de la ONU. En los últimos años, el evento se había convertido en una deprimente rutina. Mahmoud Ahmadinejad —vestido con su característico traje raído— hablaría sin ningún propósito sobre los peligros de la hegemonía de EEUU, negaría el holocausto y se burlaría de sus invitados (al final de su mandato, se produjo un cambio, sus trajes eran más lindos).
Rouhani, por el contrario, llegó puntual, elegantemente vestido con túnicas clericales, y habló de forma inteligente y precisa sobre cada tema tratado. Su única perorata era contra la “Iranofobia”; imploró a los medios de comunicación que visiten Irán y muestren al mundo la verdadera imagen de su país.
“El tema nuclear se puede resolver en muy poco tiempo”, dijo Rouhani, mostrando un sorprendente grado de optimismo respecto a un tema que ha demostrado ser extremadamente difícil. “El mundo quiere tener la seguridad de que nuestro programa es pacífico, y queremos ayudarles a obtener esa confianza”. La reunión era confidencial, pero permitió que algunas de sus respuestas se hicieran públicas. Las sanciones económicas contra Irán han cobrado un alto precio. Rouhani habló con gran ímpetu sobre el daño causado a los iraníes al negarles alimentos y medicinas. Explicó que tanto EEUU como Irán hicieron cálculos erróneos, pero aclaró que eso fue en el pasado. Tiene la esperanza de que en el futuro las relaciones sean mejores.
Salí dispuesto a creer que Rouhani es un pragmático (“moderado” es un término engañoso para el jefe de un régimen cuasi teocrático). Quiere acabar con el aislamiento de su país. Pero no queda claro si tiene la autoridad para actuar en nombre de su gobierno. Consideremos lo que sucedió semanas atrás, cuando los iraníes rechazaron una oferta de la Casa Blanca para tener un breve encuentro con el presidente Obama. Rouhani explicó que “en principio” no tenía ningún problema con el apretón de manos, pero dijo que se trataba de un “tema delicado” y que habría sido la primera reunión en 35 años, por lo que los pasos tienen que ser tomados con la debida preparación. Uno tiene que preguntarse: si Rouhani no tiene la libertad para estrechar la mano de Obama, ¿tendrá la libertad para negociar un acuerdo nuclear?
El gobierno de Teherán tiene otra cara, compuesta por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, la fuerza especial cuya influencia política ha crecido en la última década. Estas personas son agresivas cuando se trata de cuestiones de política exterior. Ellos también se benefician de las sanciones, debido a que sus negocios se han convertido en la única vía para el comercio y el contrabando. Quizás la noticia más alentadora de Irán en los últimos meses fue que su líder supremo, Ali Jamenei, se dirigió públicamente a la Guardia Nacional y dijo que su rol debe desarrollarse en la defensa nacional, y no en “política”.
Las dudas de EEUU sobre el poder de Rouhani sólo pueden abordarse con el tiempo y a través de las acciones iraníes. Pero los iraníes probablemente también tengan dudas sobre el poder de Obama. Después de todo, el nuevo presidente de Irán parece dispuesto a cooperar en el tema nuclear a cambio de una suavización de las sanciones que paralizan su país. Pero, ¿puede Obama proporcionar tal suavización? Irán tiene docenas de capas de sanciones dispuestas en su contra. Algunas son resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, mientras que otras son decisiones de la Unión Europea, actos del Congreso y órdenes ejecutivas del presidente de EEUU. Obama puede levantar unilateralmente sólo las últimas sanciones, que son las menos onerosas. Las sanciones aprobadas por leyes del Congreso son las más onerosas por lejos, y serán las más difíciles de levantar.
En teoría, es posible diseñar un proceso racional que requiera acciones concretas de Irán, supervisiones verificables por los inspectores y luego una flexibilización recíproca de sanciones por parte de EEUU. Pero eso requeriría que el Congreso se comporte de manera racional; lo que en la actualidad es una fantasía. El escenario más probable es que cualquier acuerdo con Irán (casi con independencia de su contenido) al instante sea denunciado por los republicanos como una traición. Marco Rubio, republicano de Florida, ya se ha reunido con otros diez senadores que insisten en que, a menos que Irán desmantele la mayor parte de su programa nuclear civil y se convierta en una democracia liberal, ninguna de las sanciones se podrá suavizar.
La administración de Obama está consciente de la otra parte del Gobierno estadounidense. Mucha de la retórica machista que emana de la administración respecto de Irán parecía ser diseñada para inocularlos de la acusación de ser suaves. La realidad es que no está claro si Irán y EEUU, cada uno por su lado, pueden decir que sí a un acuerdo nuclear. Probablemente Rouhani y Obama se estén mirando a sí mismos y estén pensando lo mismo uno respecto del otro: ¿puede cumplir?