Dos enfoques sobre las clases medias
La estratificación social en función del ingreso debe ser complementada con otros aspectos
Hace pocos días se entregó a la difusión pública el Informe 2013 de Latinobarómetro sobre las percepciones ciudadanas en América Latina respecto de la democracia, la satisfacción con la economía, las prioridades de la agenda pública, y otras cuestiones semejantes. Dicho informe contiene un capítulo dedicado al tema de las clases sociales, que resulta interesante cotejar con la publicación del Banco Mundial sobre la movilidad social y las clases medias en la región, de reciente presentación en Bolivia. Los indicadores de Latinobarómetro sobre la estratificación social vigente en la actualidad contrastan con las cifras y las tendencias publicadas por el Banco Mundial, al punto que el propio Latinobarómetro coloca en su documento un cuadro comparativo de los diferentes resultados a que arriban ambas instituciones respecto de esta cuestión, y adelanta además algunos argumentos explicativos.
Corresponde aclarar de entrada que las dos instituciones utilizan metodologías diferentes de análisis y asimismo distintos criterios para clasificar a los estratos sociales. En el mencionado cuadro comparativo se observa que ambas dividen la sociedad en tres estratos. Para el Banco Mundial se trata 1) de los pobres y vulnerables, 2) de la clase media y 3) de la clase alta. Latinobarómetro establece la división entre 1) clase baja, 2) clase media y 3) clase alta. Aunque las cifras de ambas instituciones son diferentes en las tres categorías para la mayoría de los países, es en el caso de Bolivia donde se registran las mayores discrepancias. En efecto, según el Banco Mundial, en el estrato de pobres y vulnerables se ubicaría el 82% de la población, en la clase media el 17% y en la clase alta el 1%. Para Latinobarómetro, en cambio, en la clase baja estaría el 39% de la población, en la clase media el 53% y en la clase alta el 5%.
Como explica Latinobarómetro, tales discrepancias no obedecen a diferencias de medición, sino a distintas consideraciones conceptuales. Se obtienen en efecto resultados diferentes cuando se estratifica la sociedad únicamente en función de los ingresos monetarios que perciben las personas, que cuando se pregunta a una muestra representativa de la gente sobre su autopercepción de ubicación en la escala clasista. Bajo tales criterios, Latinobarómetro compara la situación imperante en los países latinoamericanos, y llega a interesantes conclusiones, que mejoran notoriamente el análisis de los factores determinantes de la estratificación social en la presente coyuntura regional.
Así, por ejemplo, en comparación con otros países en que no han ocurrido cambios al estilo de Bolivia, el estrato de las clases medias tiende a coincidir en su ponderación en las mediciones de ambas instituciones. En el caso de Bolivia, la amplia autopercepción de pertenecer a la clase media se debe, según la explicación de Latinobarómetro, al notorio ascenso de gruesos estratos populares en el acceso a recursos de poder e identidad, aunque carezcan todavía de un nivel de ingreso monetario para que los criterios del Banco Mundial la coloquen igualmente en el estrato de la clase media.
No es posible entrar en esta ocasión a profundizar en esta materia. Sin embargo lo que me parece interesante es que el Informe de Latinobarómetro avanza respecto del Banco Mundial en que la estratificación social en función del ingreso debe ser complementada con otros aspectos, como el de la autopercepción sobre la colocación relativa en la escala del poder. Es un avance ciertamente, pero aún no es suficiente mientras no se tomen en cuenta los aspectos sustantivos derivados de la colocación diferenciada que tienen las clases sociales en el sistema de producción y reproducción social.