Regionalismo en Bolivia
José Luis Roca fue el primero en proponer una mirada de la historia de Bolivia desde el prisma regional
Es un lugar común afirmar que existe una estrecha correlación y retroalimentación entre la crisis del “Estado del 52” y el surgimiento en los 80 del siglo XX de movimientos sociales de base regional. Cristalizados en los respectivos comités cívicos, fueron estas entidades organizadas por las élites las encargadas de reivindicar la redistribución del poder, el fortalecimiento de la sociedad civil a través de la descentralización y una mayor participación en los recursos económicos y naturales que cada región genera o posee. La crisis del neoliberalismo en 2003, con respuestas afincadas en la larga y corta duración, produjo, por otra parte, la presencia de masas indígenas insurgentes. Movimientos que con resultados disímiles lograron, en los albores del siglo XXI, insertarse, con suerte disímil, en la brega de la “refundación” del país promovida por el MAS.
José Luis Roca fue el primero en proponer una mirada de la historia de Bolivia desde el prisma regional. Aunque creía que la lucha entre departamentos debía sustituir al análisis marxista de la lucha de clases, Roca no reparó en que las regiones no son unidades compactas y en su interior se desenvuelven disputas por el poder y la riqueza, pero su obra el Regionalismo en Bolivia, publicada en 1980, abrió una nueva perspectiva historiográfica, cuyas previsiones siguen vigentes, como acaba de recordárnoslo, incluso con su artificialidad electoralista, el más reciente entuerto por la capitalidad.
Como Roca muestra hay disputas ente las regiones y el poder central desde el mismo momento de conformación de la República, aunque se presentaron con más fuerza en 1871, 1899 y 1931. Incluso, agregamos nosotros, mucho de lo que ocurrió entre 1809 y 1825 —en los preludios de la Independencia— no podría entenderse sin apelar al prisma regional, tanto que al nacer Bolivia más que una nación era un conglomerado de diversas unidades territoriales en conflicto.
El reconocimiento de que la narrativa histórica se manifiesta en torno a las regiones y, por tanto la historia regional, se ha desarrollado muy poco en Bolivia; existe pues un “centralismo historiográfico”. La Historia se escribe o se escribía para fijar el sentimiento colectivo de nación, donde las identidades locales y su historia se consideraban distorsionantes. Además, la mayoría de las investigaciones referidas a los movimientos regionales, cuando son estudiadas, sucumbiendo a la atracción de la coyuntura, sitúan su foco de atención casi exclusivamente en y desde la década pasada. Sin embargo, la heterogénea espacialidad boliviana ha sido vista a través de toda su historia republicana sucesiva y conflictivamente ya como un lastre, ya como una ventaja para la construcción y consistencia de la nación boliviana.
Los analistas de la materia regional ignoran esta historicidad, y caen en la tentación de atribuir los resortes de la “protesta territorial” a fines forzosamente divisionistas o las manifestaciones de la crisis del Estado-nación; salvo allí donde su accionar de larga duración es muy evidente para ser ignorado o desechado de plano como con Santa Cruz. Empero, no fue solamente el departamento oriental el que se confrontó con el poder central. Descubrir esta historia oculta, la de otras regiones, requiere volver sobre los pasos de José Luis Roca.