Amenaza de las pandillas
Aún es tiempo de evitar que las pandillas se conviertan en una pesadilla para la sociedad
Un reciente informe del Observatorio Nacional de Seguridad Ciudadana (ONSC) ha activado nuevamente las alarmas en torno a las pandillas juveniles, pues no sólo se ha demostrado que se incrementó su cantidad, sino también el número de sus integrantes, mientras que baja la edad promedio de iniciación de éstos. El Estado afronta el reto de transformar esta situación.
Según el citado informe, entre 2011 y 2013, la cantidad de pandillas en Bolivia aumentó en 8%: de 700 a 762; seis de cada diez de ellas roban, hurtan y atracan; asimismo, la edad de reclutamiento de sus miembros cayó de un promedio de 15 años a 12 años. Según el ONSC, de las 762 agrupaciones juveniles, 655 (86%) emplean armas blancas para intimidar a sus víctimas, 83 (11%) armas de fuego, 15 (2%) sogas y cuerdas y nueve (1,1%) ninguna. El Ministro de Gobierno mostró su preocupación al añadir que las y los miembros de estas pandillas son reclutados en sus unidades educativas.
El informe revela también que los principales delitos que cometen estos grupos juveniles son robos, hurtos y atracos (61% de los casos denunciados); le siguen riñas y peleas (30%), agresiones, acogotamientos, extorsión y amenazas; y atracos, violaciones, asesinatos y secuestros, en porcentajes menores. Según el estudio, en la ciudad de La Paz se concentra la mayoría de las pandillas identificadas (261), le siguen Santa Cruz (169) y Cochabamba (106).
En las últimas semanas, diversas noticias provenientes de diferentes ciudades del país mostraron que la naturaleza de las pandillas ha cambiado y que se han vuelto más agresivas. Por ejemplo, sólo en octubre y noviembre, estas agrupaciones protagonizaron batallas campales con la fuerza pública en Cochabamba y Santa Cruz, que terminaron con decenas de adolescentes y jóvenes aprehendidos. En el primer caso, 164 personas, entre ellas 55 menores de entre 13 y 15 años pertenecientes a 11 pandillas juveniles, fueron aprehendidas por la Policía de Cochabamba cuando atacaban un módulo policial de la capital. En el segundo, un grupo juvenil se enfrentó a pedradas a una patrulla policial, cuya presencia fue requerida por los vecinos, que denunciaron robos y atracos.
Para el ministro, la solución no pasa por el castigo, pues explicó que “no vamos a combatir (a las pandillas) de manera punitiva prioritariamente, sino de forma preventiva; es imposible que la Policía vea lo que pasa en tantas unidades educativas, si es que no hay una participación de padres y docentes”, y agregó que tienen pensado “emitir mensajes adecuados desde el sistema educativo”.
La amenaza de las pandillas es evidente, pero aún es tiempo de evitar que se conviertan en una pesadilla para la sociedad. Urge que maestros y, sobre todo, padres y madres de familia prioricen la prevención. Un niño formado en valores es menos proclive a la tentación de la violencia.