Icono del sitio La Razón

Los opinólogos

Causa mucha gracia, a veces hasta disgusto, escuchar a algunos opinólogos que fungen de “analistas”, políticos y económicos, para dar criterio sobre algún tema en particular.

El caso más reciente vino del cuestionado Premio Nacional de Periodismo Humberto Vacaflor, quien en radio Panamericana dijo que como efecto del decreto supremo que aprobó el Gobierno para el doble aguinaldo, “los transportistas de Oruro han incrementado los pasajes”.

Nada más alejado de la verdad, tendencioso y repugnante para alguien que dice ser periodista porque miente. La nota periodística publicada en varios medios, y por supuesto en LA RAZÓN, refiere que el alza de las tarifas en el transporte público de esa ciudad, aplicadas desde el miércoles 20, fue una decisión tomada el 18 de octubre en su ampliado general. Es decir, mucho antes de la nueva norma.

Personalmente, tampoco estoy de acuerdo con ese decreto, me parece hasta irresponsable cuando no había necesidad de congraciarse con nadie ni con nada, porque el “doble aguinaldo” no garantiza el voto electoral. Hoy la gente ya aprendió a recibir todas las dádivas, pero puede votar por cualquiera.

Pero eso no me da derecho a mentir ni falsear para atacar a una gestión con la que podemos discrepar. “Opinadores”, suele decirles el ministro de Economía, Luis Arce Catacora, para recordarles sus “sesudos” análisis, y “certeras” proyecciones de la situación política y económica del país, que al final ninguno acierta y quedan como clarividentes trasnochados.

Qué se puede esperar de alguien que fue candidata a la presidencia de un partido político, luego “pasa” como “analista”, y otra vez se convierte en militante de otra tienda política para 2015. ¿Será creíble su comentario? Para colmo, dice que “nunca dejará de ser analista, porque esa es su profesión”. No es cuestión de mantener la profesión o no, es cuestión de ética. De ser transparente y responsable
con la población.

Otro docente universitario que fue funcionario de esta gestión y destituido de su cargo no deja de hablar en contra de este gobierno. Se nota su resentimiento, no es imparcial, menos objetivo en sus cuestionamientos.

Si bien no hay objetividad ni imparcialidad en nada, al menos respétense como profesionales, si así lo fueren. Pero al final, la culpa no es de ellos, sino de los mismos periodistas que los entrevistan como “analistas”. Gran culpa la tenemos nosotros, no todos, pero debiéramos acudir a nuevos profesionales con credibilidad y honestidad intelectual.