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Compartir la torta

El Decreto 1802 del doble aguinaldo ha generado un vendaval de reacciones favorables y desfavorables, dada la naturaleza justiciera, redistribuidora y socialista de la sui géneris medida. Como nunca antes, una medida gubernamental ha puesto contra la pared al carácter egoísta e individualista de una parte de los empresarios y microempresarios bolivianos, porque en una sociedad organizada sobre la base del manejo del capital por una clase social, la tentación de apropiarse de lo que es del prójimo es siempre un deseo latente.

El decreto en realidad plantea asignar a favor de los trabajadores no más del 1 al 2% de las utilidades netas de las empresas; por tanto, en los hechos, la medida está planteando a los empresarios no hacer fiestas tan ostentosas a fin de año, o en lugar de viajar a Miami, hacerlo sólo por esta vez a Buenos Aires.

A cambio de esa pequeña restricción presupuestaria, los empresarios permitirán que miles de trabajadores accedan a una Navidad un poquito  menos austera, comprando algo más de comida y ropa para sus hijos, o teniendo la posibilidad de cubrir deudas que se acumulan a lo largo del año.

Estoy imaginando la sonrisa que están poniendo en este momento los hijos de trabajadoras o trabajadores que no ganan más de Bs 4.000. Con la medida, ellos no accederán a un pleno bienestar social, pero cuando menos se pondrán a pensar en una cuestión de fondo: si mejora la economía y la productividad del país, puede haber más recursos para los de arriba y los de abajo.

Compartir, esa es la cuestión, y si la torta es grande, con mayor razón. En vísperas de Navidad el decreto del doble aguinaldo repone el bíblico discurso de la convivencia y la solidaridad humana. Cuando los empresarios o microempresarios hacen un brindis por la Navidad o el Año Nuevo, ¿acaso no hablan de compartir lo que se tiene para contribuir a la prosperidad de la sociedad? Pues a compartir una pequeña parte de las utilidades. Así, los empleadores tendrán suficientes argumentos para exigir que en 2014 mejore la productividad de la empresa, lo que es posible si el país sigue manejando bien su economía.

La medida conlleva además otro mensaje: si queremos que Bolivia se consolide como un Estado Plurinacional que promueve la inclusión social, acostumbrémonos a seguir generando más riqueza, pero no riqueza que se concentra en pocas manos, sino recursos que progresivamente se democratizan entre la mayoría de la población. Después de todo, ¿qué serían los empresarios si no dispondrían de la fuerza y las manos de los trabajadores? En suma, esta señal indica que de la democracia electoral, vacua y superficial, estamos pasando a una democracia económica que denota otras cualidades.