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Interculturalidades en la práctica

La Fundación Friedrich Ebert (FES) auspicia el intercambio de experiencias sobre las prácticas de descolonización e interculturalidad en el ámbito del arte y la cultura en Bolivia. El ser partícipe del círculo de diálogo, experiencias vivas de descolonización e interculturalidad; y el seguimiento de las notas periodísticas y entrevistas sobre experiencias de descolonización e interculturalidad difundidas por la red Erbol, me llevan a la siguiente reflexión.

El escenario político nacional denominado “proceso de cambio”  apuesta a formas de multiculturalidad, pluriculturalidad e incluso a la interculturalidad; cuando continúan vigentes formas y prácticas profundas del colonialismo en la sociedad boliviana.

Me llama la atención que las formas de interculturalidad cultural producidas por algunos artistas y gestores culturales (sean habitantes nacidos en centros urbanos o inmigrantes temporales o definitivos) se originen en la ciudad y, particularmente, en La Paz. Aunque cada cultura ha colocado algún sello particular de su práctica de interculturalidad, estas diversas formas de interrelacionamiento les ha permitido apostar por la interculturalidad a aquellas personas sin ser educadas en este ámbito.

Destaco las prácticas del músico Cergio Prudencio, del cineasta Juan Carlos Valdivia y de la empresaria de productos de alimentos Irupana Martha Cordero, entre otros, porque rompen con el esquema tradicional y hegemónico de no hacerlo frecuentemente desde el mundo mestizo criollo boliviano andino. Después de hacer varias películas relacionadas con la interculturalidad, Valdivia termina muy sensibilizado con el tema e incluso adscrito al mundo guaraní y sintiéndose un “guaranisito”. El caso de Cergio Prudencio es digno de mención, pues no solo cuestiona su formación académica occidental en música, sino que reconoce otras formas de conocimiento musical. Sostiene que no basta con reconocer al otro, sino alentar, reivindicar e incluso adscribirse a esa otra cultura dominada y colonizada.

También escuchamos voces del Tambo colectivo que sostienen que la interculturalidad es una apuesta por el mestizaje. Lo interesante de esta propuesta es buscar nuevas interpretaciones y conceptos propios como el ch’ixi o gris, que más que ser otra imposición del mestizaje colonial es el orgullo de ser lo que uno es, es decir, mestizo. Aquí está implícitamente la reivindicación de una parte de la colonización, es decir, reconocer lo que ha generado, y desde esa experiencia traumática propiciar diálogos francos, pero no impositivos y hegemónicos, sino más bien tendientes a la relación horizontal.

En conclusión, la interculturalidad cultural en la práctica es aquella forma de interrelación de una cultura con otras culturas. Está claro que esta forma de interacción no está exenta de tensiones y conflictos, pero a la vez ha generado formas de aceptación o las maneras de reconocimiento entre diferentes culturas de nuestro país.
Sapuruwa jiskt’asiñasa kunjamas sarnaqasktana, jakasktana jaqi masisampi. Kunjamakiskisa lu’piwisaxa, irnaqasiwisixa ¿Janicha ukhamaxa?