Icono del sitio La Razón

Neonatología

La neonatología es una rama de la pediatría que se encarga del cuidado de los niños recién nacidos, y en particular de casos especiales. Por ejemplo un bebé prematuro, que ha nacido antes de las 37 semanas, requiere de una atención especializada, pues las probabilidades de que pueda sufrir complicaciones se incrementan exponencialmente. Los pediatras neonatólogos necesitan entre dos y tres años más de estudios adicionales a su especialización (según el lugar donde obtenga el título académico), dirigidos al área de cuidados intensivos neonatales, manejo de recién nacidos con riesgo elevado de morbimortalidad, y tratamientos para minimizar las secuelas en caso de complicaciones.

En nuestro medio, por las condiciones existentes (alta tasa de preeclampsia y partos prematuros), es muy necesario el trabajo de los especialistas neonatales. La demanda es bastante grande, pero la oferta de profesionales subespecializados es muy poca; sin embargo, afortunadamente existen y hay otros en plena etapa de formación.

Dado que esta subespecialidad es muy importante para incidir en estrategias que reduzcan la mortalidad perinatal, me resulta extraño que hasta la fecha no se haya fundado una sociedad boliviana de neonatología (tal como ocurre en la mayoría de los países de la región) que promueva reuniones científicas de análisis y evaluación de casos, así como la generación de nuevos conocimientos para su desarrollo.

Sé de muy buena fuente que este año se intentó conformar dicha sociedad. Sin embargo, la Sociedad de Pediatría, el Colegio Médico y el Ministerio de Salud truncaron su creación. Las razones fueron las de siempre: se piensa que una nueva institución restaría recursos humanos de una sociedad a favor de otra. No obstante, tal posición no toma en cuenta el gran alcance que podría tener una sociedad de neonatología en los programas nacionales de salud, especialmente a la hora de planificar la atención médica en el país.

Si los estatutos de alguna institución impiden superar barreras de esta naturaleza, interpuestas por visiones arcaicas, es menester modificarlos, a fin de abrir la posibilidad infinita de progresar, evitando limitarse en estereotipos pasados que lo único que hacen es detener el avance. Lo hicimos con la nueva Constitución Política del Estado. ¿Por qué no poder  hacerlo con los estatutos de las sociedades médicas, incorporando las renovaciones que requieren para el presente y el futuro? ¿O es que las ideas aún viven en el pasado y nos entró de repente el miedo al cambio?

Hace falta, con urgencia, una sociedad médica que involucre a todos los actores que intervienen en el cuidado del feto y del recién nacido. Tenemos mucho de qué hablar…