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Lo que Varguitas dirá…

El arribo de Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, a Bolivia, y específicamente a Santa Cruz, está atizando el fuego cruzado entre los diferentes actores políticos que se aprestan a lidiar en una coyuntura electoral. Ahora bien, la presencia del autor de La Tía Julia y el escribidor en tierras bolivianas, que debería haber significado un acontecimiento sin precedentes en los anales de la literatura boliviana, se está convirtiendo en un escenario burdo por los mísiles envenenados que vienen de ambos lados, más allá de la naturaleza política de la invitación al escritor peruano.

A los lectores asiduos de la vasta producción literaria del escritor peruano nos gustaría aprovechar esta ocasión para escuchar in situ sobre los avatares de su trabajo de construir personajes, tramas y contextos literarios; pero me temo que no tendrá tiempo, ya que estará ocupado en propalar sus ideas liberales, pues para eso fue invitado por el frente político que lidera el actual gobernador cruceño. Organización que busca generar un contexto de interpelación al gobierno presidido por Evo Morales con la presencia del galardonado escritor peruano, a sabiendas de sus críticas hacia los gobiernos progresistas en América Latina, que han girado “a la izquierda”. 

De seguro que Vargas Llosa no hablará sobre su última novela, Héroe Indiscreto, en la que magistralmente retrata la historia de aquellos personajes que, sin ningún afán de reconocimiento social, hacen de la ética sobria un sentido de vida, soslayando el afán de aparecer como un justiciero, pero con una gran obsesión para vencer aquellas miserias humanas. Seguramente no hablará de sus personajes literarios entrañables que hacen parte del mundo vargallosiano, como el sargento Lituma o los inconquistables don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito; tampoco hablará de esas sus dos novelas descomunales que son La Casa Verde y El fin del mundo. Asimismo no hablará sobre los años de su niñez que transcurrió en Cochabamba, y —mucho menos— visitará la tumba de su tía y exesposa Julia Urquidi (autora del libro Lo que Varguitas no dijo) para llevarle unas rosas a su tumba como le sugirió irónicamente el presidente Evo Morales. Posiblemente tampoco hablará de su último ensayo, donde reflexiona sobre los efectos devastadores del espectáculo de la cultura mediática. En suma, no dialogará de la mejor faceta que tiene el escritor arequipeño.

¿Entonces, de qué hablará Vargas Llosa en su presencia en Bolivia? La respuesta parece ser una verdad de Perogrullo, porque de seguro hablará sobre política ya que lo invitaron para eso y, por lo tanto, para erigirse en un puntual para que in situ pueda propalar su ideología liberal, como si fuera un heraldo, incluidas las opiniones que enunció, con un tono despectivo, respecto al proceso político boliviano encabezado por el gobierno de Evo Morales, para repetir al unísono que hoy Bolivia al igual que Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Argentina “no son verdaderas democracias”, y que a lo mucho “son semidemocracias infectadas de populismo y autoritarismo”.

En otras palabras, los auspiciantes de la llegada del escritor peruano tienen las esperanzas de que las críticas ácidas contra los gobiernos progresistas de la región se conviertan en una especie de oráculo que presagien su ocaso; aunque, como toda quimera, no coinciden precisamente con la realidad y, por lo tanto, la llegada del galardonado escritor se convertirá en un acto de complacencia para escuchar lo que quieren escuchar. Mientras tanto, los amantes de la literatura probablemente nos quedamos frustrados y con las ganas de escuchar a varguistas hablando sobre su mejor oficio: la literatura.