Snowden es el héroe de la paz o una pieza necesaria en esta jugarreta del poder? Después de haber visto el documental de Peter Vlemmix acerca de la ilusión de la privacidad, creo que Snowden es funcional; que se necesitaba una figura de ese tipo para asumir nuestra condición de convictos. El inglés Jeremy Bentham ya en el siglo XVII solucionó el problema de los continuos intentos de escape de los prisioneros al inventar el edificio llamado panóptico —opticon (observar) pan (todos)—. Ya no se debía encerrar presos en profundas mazmorras en el suelo, sino darles luz, despojarlos de su privacidad con ventanas grandes que den vista a una torre desde la cual siempre eran vistos por un vigilante. Dando una relación asimétrica del poder: el vigilante podía observar a todos y no viceversa. El prisionero se volvía objeto de estudio y conocimiento. El fin de este edificio era disciplinar.

Parece absurda la pregunta de ¿cómo es posible que servicios tan caros como Google o Facebook sean gratis?, si para funcionar ambos deben desembolsar mucho dinero para mantener el personal, la infraestructura, el almacenar datos. Y es que allí está la gallina de los huevos de oro: tus datos.

Lo pagas todo con tu privacidad. Google conoce mejor que nadie a ti y tus amigos, sabe tus preferencias al haber creado un perfil de cada individuo y lo persigue a través de la huella digital. ¿No te has fijado que mientras funciona el motor de búsqueda siempre aparece propaganda de cosas que a ti te interesan? ¿Y qué diablos hacen estas empresas con tus datos y para qué los guardan incluso cuando estás muerto? ¿Cuánto poder adquieren en la sociedad? Lo discreto ya no funciona. Si quieres existir, tienes que estar en la red. Y desde allí es que diariamente influyen en la toma de tus decisiones. Me pregunto ¿cuánta influencia tendrá Facebook en las elecciones generales en Bolivia? ¿Sabe de antemano quién y cómo va ganar?

Somos transparentes por nuestros datos individuales. Estos son inherentes a la persona. Se nace, se vive, pero nunca se es propiedad de un país. Y esto se debe respetar. Por ejemplo el derecho al olvido debe ser tan importante como el derecho a la información. Y digo por todas las formas que nos hacen identificables. Los medios de comunicación a veces asumen el papel de juez y destrozan la imagen de individuos honestos o niegan a un infractor la segunda oportunidad al publicar  nombre y fotografía. Guardar la intimidad, la imagen de las personas frente al imperio de las tecnologías.

La retención de datos personales vía almacenamiento en silos de información debería ser un crimen de lesa humanidad. Pero lo vemos como una cosa natural. Quien nada debe, nada teme. Y así diariamente millones de individuos asumen como normal que sistemas como el Automatic Number Plate Recognition escanen y almacenen la ruta de tu auto; que las cámaras de reconocimiento facial te identifiquen al entrar al metro o al aeropuerto. Se quiere anticipar al crimen. Impera la idea tiránica de que inocentes ciudadanos son potenciales criminales. Hasta ahora no se ha comprobado que poner cámaras ayude a combatir el crimen. La idea está en crear la sensación de control, donde está la cámara, está el letrero para que sepas que eres controlado.

Recrear la idea del panóptico. El Gobierno debería meditar más antes de usar drones en Santa Cruz porque es imprudente e innecesario. Estos aparatos son instrumentos de espionaje. Úsenlos para controlar nuestras desguarnecidas fronteras, no para monitorear civiles.

Volviendo a Snowden, yo creo que la razón por la que él aún vive es para recordar a las personas de la era digital que éstas habitan en un panóptico; para que todos tengamos la sensación de ser controlados, y así domesticar cualquier sentimiento de rebeldía; para mostrarnos que asistimos a la defunción del individuo libre.