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Letreros y… más anuncios

En los últimos años ha ido creciendo permanentemente el número de letreros en la sede de gobierno, lo mismo que los paneles publicitarios, gigantografías y otras variedades. Con ello, la contaminación visual se ha convertido en otro de los grandes problemas de La Paz. Una multiplicación desmedida de mensajes que han llegado a superponerse entre sí.

En varios países se ha comprobado que este fenómeno es dañino para la capacidad de concentración y percepción visual de la población. Esto especialmente para los choferes o quienes conducen automóviles. Esa contaminación se agrava aún más cuando su crecimiento no es controlado y ocasiona impactos negativos como el estrés, distracciones peligrosas, dolores de cabeza y accidentes de tránsito. Lo lamentable es cómo todo eso interfiere y altera la imagen y el paisaje urbano de la urbe paceña, que tiene la particularidad de ser apreciada en diferentes planos gracias a su importante topografía.

Asimismo, existen otras formas de publicidad mediante avisos impresos, con iluminación, de pie, colgados, etc. En el caso de los panfletos, se trata de papelería que es distribuida en las aceras. En la mayoría de los casos esos anuncios ni siquiera son leídos, ya que a los pocos segundos son botados al piso de calles y avenidas. Resultado: incremento de basura y suciedad en la ciudad.

Además de esas realidades, cabe recordar que 2014 es un año electoral, por lo que desde sus primeros días se observan afiches que pregonan cualidades de algunos partidos. Así, el mosaico de mensajes crecerá cada vez más. Y si bien aquello forma parte de la escritura territorial temporal que tiene toda urbe, es evidente que se necesita pensar en nuevas formas y técnicas de presentación.

En el último tiempo, en muchos países la escenificación política ha reducido el uso masivo de la ciudad. Hoy, la comunicación y propaganda de sus intenciones son anunciadas en mayor número en la televisión y en las redes sociales. Esto denota que el vivir ciudadano (cultura urbana) se está estructurando cediendo cada vez más el protagonismo del espacio público a las tecnologías electrónicas. Empero, no cabe duda que aquello está liberando a esas ciudades de una evidente agresión publicitaria.

En esta ciudad, el espacio urbano está en constante cambio en años electorales. Si bien la propaganda política impresa (afiches) es presentada para recordar la significación ideológica de cada partido y atraer el voto de la población, ambos son motivos suficientes para que presenten algo de singularidad y atractivo renovador. Por todo ello, el controlar la proliferación de letreros y anuncios comerciales es evidentemente una tarea importante en La Paz, al igual que regular y normar sus dimensiones. O, por lo menos, que aquello entre en sintonía con el lugar.

Solo así el respeto y aprecio por la configuración e imagen de esta ciudad se podrá convertir en un requerimiento. Y para ello un primer paso es la definición de límites para la propaganda política. Esto incluso con el riesgo de privarnos del disfrute de los diálogos anónimos que presentan ciertos carteles políticos con la ciudadanía.