Comicios mediáticos 2014
La campaña electo-ral ya está aquí, y no hay institucionalidad ni norma que pueda moderarla.
Con un anticipo bastante parecido a la especulación precoz, los comicios mediáticos 2014 en Bolivia ya empezaron. Sea en planificadas o improvisadas (auto)proclamaciones de candidatos, sea con la publicación periódica o aislada de principios y bases programáticas, sea con la promoción de organizaciones políticas y/o frentes más o menos amplios o estrechos, la campaña y la propaganda electoral ya están aquí. Y no hay institucionalidad ni norma que pueda impedirlo o, al menos, moderarlo.
Veamos algunas caras de estos adelantados comicios mediáticos. Sin duda, la más relevante es la informativa. Y está bien que así sea. Todos los actos públicos y aprestos íntimos de las organizaciones políticas para la definición de candidaturas y su puntual posicionamiento en temas de coyuntura han sido regularmente incluidos en la agenda mediática. Hay pues una importante presencia en los medios, aunque distinta con arreglo a intereses, de los inaugurales actos de (no) campaña político-electoral.
La otra cara de la precocidad es menos evidente. Pero está. Me refiero a la propaganda electoral en medios. Es claro que ninguno de los hasta ahora cuatro candidatos en carrera (todos hombres) salió en un spot solicitando el voto, pero algunos de ellos (desde la función pública, desde la arena privada) aparecen proclamando virtudes y delineando promesas. Se publican también en los dia-rios programas de gobierno. Hay anticipo, pues, de lo que será un inequitativo acceso a los medios.
Tercera cara de los comicios 2014: la opinión mediática. Con más ahínco que la información y con menos costo que la propaganda, las dife-rentes fuerzas políticas generan opinión y despliegan análisis como parte de la anticipada campaña electoral. Lo hacen ora de manera declarada (los analistas “adscritos”), ora en forma encubierta (los “independientes”). Los medios saben lo que sus opinatodo van a decir y, por ello, los convocan (“analistas de cabecera”). Y en efecto: dicen, atacan, defienden…
Están también las encuestas de aprobación de gestión o de intención de voto y los dirigidos sondeos del “soberano”. Esta otra cara de los comicios mediáticos es por supuesto, se ve, un importante instrumento de campaña. “Si hoy fueran las elecciones…”. “Si solo hubiese estos seis candidatos…”. “Si tuviese que elegir presidente entre estos dos…”. ¿Por quién votaría? La gran novedad es que ahora existe una regulación para garantizar, ojalá, la calidad técnica de estos estudios para fines de difusión.
Una quinta cara no menos importante —digamos impetuosa— de los comicios mediáticos son las redes sociales. Es quizás la expresión más dinámica, cotidiana y creativa de la propaganda y campaña electoral. Y si bien las organizaciones políticas, en general, aún no parecen haber asumido estrategias sistemáticas en este campo, hay muchos activistas de la oposición y, menos, del oficialismo diciendo y debatiendo como muestra de lo que será la disputa por el voto (y la anónima guerra sucia) en las redes sociales.
¿Y qué decir de todo aquello que, desde la función pública (nacional, departamental, municipal), aparece como gestión de gobierno, pero que difícilmente deja de tener “efectos electorales”? ¿Cómo situar las políticas públicas, los programas de go-bierno, los actos oficiales, la entrega de obras, en fin, en un año electoral, más aún con candidaturas en reelección? ¿Qué hacer con los medios “estatales” al servicio de los gobiernos? ¿Y con los funcionarios públicos en sus horas de trabajo?
Creciente información de los actos de (no)campaña, propaganda electoral en paredes y en medios, activa agenda mediática de opinión-vocería, periódicas encuestas de intención de voto, agitado intercambio en las redes sociales, aparato estatal en año electoral… Los comicios mediáticos 2014 se anticiparon en mucho al formalismo de la convocatoria oficial de las elecciones y desbordan sobradamente la legislación vigente para encauzar la campaña y la propaganda electoral. Y faltan, contando, 252 días para la votación…