Icono del sitio La Razón

La oposición en desbande

La disputa en la oposición por un par de cargos en la directiva de la Cámara de Senadores, hace dos semanas, ha mostrado una vez más cuán incapaz es aquélla de sostener un acuerdo político que le haga frente al Movimiento Al Socialismo (MAS), partido que a estas alturas del año electoral está capitalizando todo por conseguir la reelección de sus proclamados candidatos, Evo Morales y Álvaro García Linera.

Agrupados en Convergencia Nacional (CN), los legisladores de la segunda fuerza mayoritaria de ese órgano legislativo no lograron consensos para elegir en primera instancia a sus representantes en la Segunda Vicepresidencia y la Segunda Secretaría. Al final, fueron nombrados para esas acefalías los senadores Claudia Torres y Marcelo Antezana, éste último tras una fuerte pelea con el otro aspirante, Germán Antelo.

CN fue la apuesta de los otrora componentes de Poder Democrático y Social (Podemos), de Jorge Quiroga, y cuadros “autonomistas” de Santa Cruz, Beni y Tarija, tras la debacle electoral de 2005 y el referéndum revocatorio de agosto de 2008. Juntos, pero no revueltos, los senadores Antelo, Antezana, Centa Rek y el fugado Róger Pinto, entre otros, habían mantenido estrechos vínculos políticos entre sí, al igual que los diputados Adrián Oliva, Norma Piérola o Andrés Ortega, hasta que terminaron divorciados. Antelo y Rek lideran ahora la facción legislativa en el llamado Frente Amplio y desde allí intentan reinventarse con miras a las elecciones de octubre de este año.

Se me es complicado diferenciar exactamente quiénes son aliados y quiénes no. Como es Antezana versus Antelo, también lo es Piérola vs Oliva, y Ortega no comulga con la mayoría de sus recientemente antiguos correligionarios. Lo cierto es que esa coalición política no existe, con el antecedente de la ruidosa ruptura que sufrieron en su momento Antelo y el frente del gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas.

Entonces, las miserias de esa oposición son tan similares que las del MAS, que en su tiempo sufrió la disidencia hasta la enemistad más profunda de parte de, por ejemplo, Álex Contreras, Raúl Prada, Alejandro Álvarez y, últimamente, Rebeca Delgado. La diferencia es que las rupturas en el MAS no han logrado romper sus estructuras.

Si es así la cosa, en un espacio político tan mínimo, ¿cómo es posible que subsista un frente amplio? “Unidad es el camino”, el eslogan que acuñó el líder de Unidad Nacional (UN) —Samuel Doria Medina—, pareciera ser una quimera. Alimentado por personalidades mediáticas sin base electoral (Jimena Costa, Carlos Cordero o José Antonio Quiroga), políticos sin mayor respaldo (Loyola Guzmán, Antelo y Rek) y organizaciones sociales sin gravitación política, la apuesta del Frente Amplio es complicada.

A pesar de la destacable persistencia de Doria Medina, fuerzas que pudieron dar vigor al Frente Amplio no se avinieron a la propuesta. El Movimiento Sin Miedo (MSM), de Juan del Granado, rechazó de plano la oferta, y el Movimiento Demócrata Social (MDS), de Costas, ni siquiera se empeña en esa alianza; ha estado dándole largas al coqueteo del empresario y sus operadores técnicos.

O sea, tan separados (y peleados), esas fuerzas no ofrecen una alternativa ante el MAS, que, para mal de la democracia, pretende mantener o ampliar su hegemonía. Realmente, el desbande de la oposición es tan latente a poco menos de nueve meses de las elecciones generales.