Sucre, en ruinas
Con sus calles y aceras en ruinas, Sucre parece un vestigio de lo que alguna vez fue la culta Charcas
Me llamó mucho la atención cuando un amigo se refirió a Sucre como una ciudad de “doble impacto”, pues, según me aclaró posteriormente, impacta dos veces: la primera al entrar en un bache; y la segunda, al salir de éste. Esta sátira resume la realidad que vivimos los sucrenses cuando transitamos por las calles de nuestra ciudad, que más parece un vestigio de lo que alguna vez fue la culta Charcas, declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad, título que aún conservamos, pero no sabemos honrarlo como corresponde.
Si Don Joaquín Gantier (el primer custodio de la Casa de la Libertad) estaría vivo, seguro protestaría contra las autoridades municipales, al ver las calles del centro histórico convertidas en ruinas, las aceras destrozadas, la basura esparcida por plazuelas y parques.
Hasta el año pasado estábamos gobernados por una coalición “peguista” con un programa de acción improvisado, que caducó cuando su líder empezó a practicar una politiquería mezquina, anteponiendo sus intereses al discurso de unidad, que terminó fragmentando el voto castigo de los sucrenses al MAS.
Las acciones de esa coalición “peguista” revelan un “engaño electoral” que no debemos permitir que se repita en los próximos comicios electorales, por la sencilla razón de que el discurso de unidad es negociado en el momento más conveniente de forma descarada, perjudicando el desarrollo de la ciudad. Por eso las calles están como están, por eso no existen obras de impacto. Y no le echemos la culpa al Gobierno central, porque recordemos que en mayo de 2013 el presidente Morales desembolsó recursos para la ejecución de 13 proyectos en Sucre, no obstante, hasta diciembre ni siquiera habían comenzado a ser ejecutados.
La desacertada práctica de la política nos ha llevado a tomar decisiones de último momento, que no son las peores ni las más despreciables, pero sí las más improvisadas. Es también censurable la inquina, maledicencia y el odio al contrincante, a quien se quiere destruir por solo lograr el objetivo propuesto. Esto último se viene practicando principalmente en contra de autoridades del Movimiento Al Socialismo.
Siempre escuché decir a mis abuelos que Sucre antes fue un hemiciclo pequeño, donde todos los vecinos se conocían, se enteraban y preocupaban por la situación de cada uno de quienes lo componían. Es tiempo de recuperar esta vieja práctica y abandonar los criterios equivocados y retrógrados que atribuyen a cierta élite el monopolio político de representación. En estos tiempos de cambio, una sociedad civil unida y organizada puede convertirse en una fuerza social sin precedentes para beneficio de nuestra ciudad y de nuestra patria boliviana.