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A confesión de partes…

Ayer, fecha en que se conmemoraba el bicentenario de la batalla encabezada por José Félix Ribas que derrotó a las tropas realistas en Venezuela, oposición y oficialismo protagonizaron sendas marchas que terminaron en actos de violencia en Caracas y otras ciudades venezolanas. Como homenaje a los estudiantes de colegios y universidades que participaron en la acción independentista contra el imperio español, desde 1947 el 12 de febrero se celebra el Día de la Juventud. Aprovechando esta coyuntura, la oposición convocó a una marcha en la que se movilizaron principalmente jóvenes, quienes además de bloquear calles e incendiar automóviles, asaltaron la sede de la Fiscalía y otros edificios públicos. Los disturbios causaron la muerte de dos estudiantes y del coordinador de un colectivo popular (Juan Pablo Montoya).

La movilización convocada por el líder opositor Leopoldo López, de la organización Voluntad Popular, ha tenido la misma característica que las convocadas por la oposición desde 1998, algunas tan agresivas que desembocaron en el golpe de Estado de 2002. La escasez de productos causada por el incremento de la capacidad de consumo de la población es sin duda un problema urgente, pero de ninguna manera puede ser pretexto para mantener la actitud conspirativa que la oposición sostiene contra un proceso de transformaciones sociales que, pese a los embates internos y externos y la muerte de su conductor, ha demostrado una fortaleza extraordinaria.

Las escenas que transmiten los medios de comunicación dejan pocas dudas de donde viene la provocación, y las imágenes de jóvenes destruyendo bienes públicos son reiterativas. Son las mismas imágenes del golpe de Estado de 2002 contra el Gobierno electo de Venezuela, y son muy parecidas a las de las acciones vandálicas que en 2008 se produjeron en algunas ciudades de Bolivia, cuando grupos de jóvenes asaltaron e incendiaron edificios públicos en un conato cívico-político.

Cierta prensa pretende hacer ver lo sucedido el miércoles en Caracas como un acto de represión a una marcha pacífica, cuando las tomas fotográficas muestran a activistas encapuchados y agresivos destruyendo vehículos policiales. Horas más tardes, el responsable de la marcha, Leopoldo López, acompañado de Corina Machado y Antonio Ledezma, denunció “represión” y culpó de los hechos a “infiltrados”. Dijo, además, que lo sucedido fue “el primer paso”. Un aforismo jurídico reza que “a confesión de partes, relevo de pruebas”. Lo preocupante es que la oposición venezolana, a la que le costó mucho tiempo dejar sus prácticas fascistas y parecía que iba a expresarse por canales democráticos, confirma a la luz de los últimos hechos el retorno a su obstinada tendencia golpista.