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Esclavitud moderna

Días atrás, dos inmigrantes bolivianos fueron rescatados por la Policía brasileña mientras eran “vendidos” en una feria  de Sao Paulo, luego de que su “mercader”, también boliviano, huyera al percatarse de la cercanía de los uniformados. Según relataron después los inmigrantes, ambos viajaron a Brasil con la promesa de recibir $us 500 al mes por desempeñarse en un taller de confecciones; pero una vez en suelo brasileño, quien los trajo les anunció que les iba a pagar mucho menos de lo acordado, y ante su negativa de trabajar, decidió entregarlos a otra persona interesada en su “trabajo” esclavo, para resarcirse de las pérdidas en las que había incurrido por su traslado.

Esta historia reproduce una argucia ampliamente utilizada por los criminales que se dedican a la trata y tráfico de personas. A las víctimas, en sus países de origen, les ofrecen empleos de calidad y bien pagados, pero las condiciones cambian radicalmente cuando se encuentran en el extranjero sin documentos ni dinero. En el caso de las mujeres, muchas son obligadas a desempeñarse como sirvientas o damas de compañía.

De allí la importancia de educar a la población para evitar que caiga en manos de este tipo de criminales, que no discriminan entre niños o adultos y que cada día destruyen la vida de miles de personas.