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Televisión basura

Días atrás, a modo de descansar del trabajo cotidiano, empecé a husmear por YouTube, página donde están colgados, entre otros, los programas de diversos canales del mundo conocidos como Televisión Basura. Sugestivo denominativo que se designa a cierto tipo de programas que se caracterizan por su mala calidad en cuanto a forma y contenido, en los que prima la chabacanería, la vulgaridad, el morbo; e incluso a veces la obscenidad y el carácter pornográfico.

De esta revisión llegué a la conclusión de que la televisión privada boliviana está siendo contaminada por este tipo de contenidos y formatos. En rigor, lo que está ocurriendo de un tiempo a esta parte en las pantallas televisivas es que fueron invadidas por estos programas y, lo peor, que son “hechos en Bolivia”; pero tienen un formato y una lógica mediática foráneas, que apelando a las “miserias humanas” hacen de la televisión, por la vía del sensacionalismo, un escarnio de la vida de algunos “famosos” o de personas comunes.

Estos programas, que emergieron en varias latitudes latinoamericanas provocando estupor en los analistas comunicacionales por su contenido ligero y sensacionalista, se han ido propagando por doquier y con creces en todos los canales televisivos privados de Bolivia; incluso atentando contra la vida privada de las personas, ya que hacen de las escenas estrictamente íntimas una mofa, posiblemente con efectos irreversibles no solo para la imagen, sino sobre todo para la dignidad de las personas aludidas.

La vulgarización de la televisión privada boliviana es un denominador común; y lo más preocupante es que estos programas se dan ante la pasividad y complicidad de todos nosotros, los espectadores, que los consumimos sin entrever las consecuencias para las personas que sirven de escarnio público, así como también para los propios televidentes, ya que atentan ética y estéticamente a nuestro buen gusto.

La televisión basura en Bolivia es un reciclaje grotesco de lo que sucede en otros países con el pretexto de que “se da a la gente lo que quiere”. Este es un prejuicio intolerable, una mentira inaceptable ya que la mayoría de la gente está cansada de la pornografía y la cosificación del cuerpo de la mujer, por ejemplo.

Esta tendencia e influencia burlona de mostrar la vida privada de las personas en las pantallas chicas en estos programas denominados de “farándula” es una constante, que ha llegado incluso a algunos espacios informativos. Un ejemplo ilustrativo es cuando un periodista cruceño, autodenominado “analista político”,  se ocupó de desentrañar las supuestas imágenes en una situación de intimidad de una ex Miss Bolivia, para saber si esas imágenes mostradas en otro canal de televisión eran veraces y auténticas. Es el colmo de la banalidad de la televisión boliviana que alcanzó niveles insospechados. 

Por si esto fuera poco, este fenómeno mediático viene acompañado por el silencio de aquellos que se supone deben defender la dignidad humana y de los académicos de la comunicación social, que hacen vista gorda ante esta tendencia de la vulgarización mediática con efectos innegables para la propia convivencia de las personas, ya que en estos espacios —insistimos— se va lastimando severamente la dignidad de las personas y el conjunto de códigos valorativos de la sociedad. Para muestra, basta un botón. En uno de esos programas se exhibe a un presentador haciendo de borracho y en otro, se difunde imágenes de algunos famosos en una situación etílica. En suma, la grosería de una televisión basura se manifiesta cotidianamente, y al parecer (lamentablemente) llegó a Bolivia para quedarse.

Es sociólogo.